La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, recibió oficialmente las cartas credenciales de la embajadora de Palestina, Nadya RH Rasheed, en el Palacio Nacional de la Ciudad de México. Esto sucedió el pasado 19 de marzo.
Nadya RH Rasheed publicó en la cuenta X de la embajada palestina en México (obviamente la de la corrupta y colaboracionista Autoridad Nacional Palestina -ANP-): “Qué honor y privilegio conocer a un líder que encarna la verdadera esencia de la humanidad: defender los derechos humanos para todos, independientemente de la religión o la herencia, como el mundo debería esforzarse por hacer”.
Esta actitud de Claudia Sheinbaum ha sido ampliamente aplaudida, pero lo cierto es que México, ahora con Sheinbaum y antes con Andrés Manuel López Obrador (AMLO), está jugando a quedar bien con “Dios y con el Diablo”. Y es que, sin duda, la actitud que deberían haber tomado hace tiempo es la de romper relaciones diplomáticas con el Estado asesino de Israel. “Condenar” al genocida y seguir manteniendo relaciones con el gobierno sionista es un contrasentido propio de la socialdemocracia, de los que nadan guardando previamente la ropa.
Palestina necesita otra cosa. El pueblo de México hace mucho tiempo pidió la rotura de relaciones con Israel.
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