“El imperialismo es un sistema de explotación que se produce no solo en la forma brutal de quienes vienen con armas para conquistar el territorio. El imperialismo a menudo ocurre en formas más sutiles, un préstamo, ayuda alimentaria, chantaje. Estamos luchando contra este sistema que permite que un puñado de hombres en la Tierra gobierne a toda la humanidad”
-Thomas Sankara-
En las últimas semanas se vienen sucediendo, una tras otra, noticias de cambios políticos y de dirección en los gobiernos de varios países africanos. En realidad, habría que decir que los cambios comenzaron hace un tiempo, otra cosa es la relevancia que se le hayan querido dar a dichos sucesos y a cómo se relacionan con los ahora acontecidos.
Remontándonos algo más de 2 años atrás, en mayo de 2021, en Malí se produjo un golpe de estado que dejó el país bajo el mandato de una junta militar tras la captura, el día 24 de dicho mes, del presidente, primer ministro y ministro de defensa. Posteriormente sucedió en Guinea Conakry y en octubre del 2022 en Burkina Faso, llevado en este caso a cabo por las fuerzas armadas dirigidas por el joven Ibrahim Traoré.
Haciendo un salto en el tiempo llegamos al verano de 2023, donde en un lapso de un mes, en dos países, Níger y Gabón, se ha seguido el ejemplo de los arriba citados y se han depuesto sus gobiernos para establecer juntas militares en la dirección[1].
Todos estos estallidos insurreccionales, golpes de estado o como se les quiera llamar, tienen aspectos en común, tanto en forma como en desarrollo y consecuencias. En todos han sido las fuerzas armadas las que han ocupado el poder y han depuesto a un gobierno de marionetas de occidente. Igualmente, en todos los casos, la gente ha salido a celebrar el hecho de librarse del país imperialista que, a través de dichas marionetas, tenía al pueblo en condiciones deplorables. Por último, y no menos importante, como resultado de estos levantamientos, Francia y occidente pierden tanto capacidad de influencia en el continente como poder económico.
Y es que, si por algo sí que se hacen eco los medios convencionales de estos últimos golpes de estado es debido a los intereses que los mismos han puesto en jaque. Si uno o dos países se rebelan, es obvio que a Francia le incomoda, pero lo que le interesa menos aún es que la noticia corra como la pólvora. Como estamos comprobando, las potencias coloniales intentan la vuelta a “su normalidad” tan pronto como sea posible. Así, el gobierno francés no duda en aplicar todas las artimañas a su alcance, como bloqueos comerciales o sanciones económicas. Puede incluso jugar la carta más rastrera, la de apoyarse del yihadismo para presionar al país hasta un colapso que permita poner a otro monigote que se lucre a nivel personal y deje “hacer y deshacer” a su antojo a los galos y compañía.
La situación cambia cuando las presiones externas no logran sus propósitos. Como estamos viendo, el apoyo del pueblo y la determinación anticolonial de las juntas han provocado que países del entorno “se contagian” de lo sucedido en el vecino y, lo que es peor (para los países occidentales), se comienzan a generar pactos y alianzas entre ellos en aspectos como, por ejemplo, defensa[2].
Sumada a la preocupación provocada por estas colaboraciones, aparece la generada por la política exterior que Rusia y China están llevando a cabo en África en los últimos años. Las ayudas y contribuciones al crecimiento de los países africanos con entrega de alimentos, creación de empresas de carácter nacional, etc. provoca que entre los pueblos africanos se vea con buenos ojos a rusos y chinos. Sirven de ejemplo las imágenes de banderas rusas entre los habitantes tras derrocar a los antiguos gobiernos en varios de los casos antes mencionados.
Por si fuera poco para occidente, la nueva tendencia en política internacional que están llevando China y Rusia, especialmente a través de los BRICS, ha hecho posible que, por primera vez las naciones africanas sean bien recibidos y tengan voz y entablen relaciones internacionales en condiciones de igualdad. Buen ejemplo de esto es la reciente cumbre Rusia-África o la última celebrada por los BRICS en Sudáfrica los días 22-24 de agosto de 2023. Un acercamiento del continente africano a este grupo supondría un giro en el orden mundial de dimensiones gigantescas para los que hasta ahora eran los “dueños del cortijo”[3].
Esta nueva situación ya no le hace tanta gracia a Francia y qué decir de los Estados Unidos, cada uno por la parte que le toca. Especialmente en el caso francés, la pérdida de influencia provoca que dejen de tener acceso al expolio de recursos como el uranio, el petróleo, el manganeso, diamantes, oro o aluminio entre otros, con lo que ello implica para su economía, su industria o su capacidad de producción de energía. En el caso de Estados Unidos supone perder una parte más del mundo a la que exportar deuda, someter y tener barra libre para sus affaires.
Los movimientos por parte de EEUU ya han comenzado. Muestra de ello es que el primer país que alzó la voz contra el nuevo gobierno de Níger a través de la CEDEAO fue, sorprendentemente Nigeria, mucho más cerca de la órbita estadounidense que francesa. Y es que, aunque en el pasado EEUU se haya dedicado a mitigar el poder de Francia en la zona del Sahel, prefiere la influencia de éste a que la ejerzan chinos y rusos. Además, se debe tener en cuenta el proyecto del gaseoducto Argelia-Nigeria que atraviesa la zona y que, de llevarse a cabo, amenazaría la exportación de gas licuado estadounidense al otro lado del atlántico[4].
Conociendo al país norteamericano no dudemos que llegará hasta donde sea necesario para preservar su posición, como ya lo ha hecho en numerosas ocasiones, sin ir más lejos con el gaseoducto NordStream 2 para evitar las relaciones energéticas Alemania (Unión Europea) – Rusia.
En este contexto de múltiples intereses económicos, geopolíticos y de influencia en países que han estado a merced del imperialismo durante prácticamente toda su historia se insertan los recientes golpes de estado. Queda por ver el desarrollo de los mismos, pero queda claro que tanto el pueblo como las juntas militares están cansados de verse ninguneados y humillados por países extranjeros que explotan a su gente y toda la riqueza material que poseen.
Ahora la última ficha en moverse ha sido Gabón. Veremos el papel que juega y como empieza a desenvolverse la situación en el Sahel, pero después de todo lo nombrado y vista la creciente tensión que se desarrolla en esta zona, debemos estar preparados para una posible intervención militar que desembocaría en una nueva guerra en África contra el más crudo imperialismo de las antiguas potencias coloniales que provocaría crisis migratorias de carácter masivo.
Necesitaremos que estos nuevos lideres africanos se cuiden mucho, también de los que están cerca de ellos, porque la historia como ya dijo Marx “siempre se repite, la primera como tragedia y la segunda como farsa”, que tengan buena cuenta de los pocos escrúpulos que tuvieron los EEUU y otros estados imperialistas para tratar con los dirigentes de pueblos dignos que se levantaron como Allende o Thomas Sankara. Y como dijo el capitán Traoré: “la juventud sabrá estar a la altura”.[5]
[1] https://insurgente.org/africa-se-rebela-y-francia-se-queda-sola/
[2] https://insurgente.org/niger-contara-con-el-apoyo-de-mali-y-burkina-faso-en-caso-de-agresion-imperialista/
[3] https://insurgente.org/estos-son-los-22-paises-que-han-pedido-ser-parte-de-los-brics/
[4] https://insurgente.org/danil-kuzmenko-los-intereses-de-una-intervencion-militar-en-niger/
[5] https://insurgente.org/ibrahim-traore-la-juventud-sabra-estar-a-la-altura-video/