El capitalismo desarrolla mercados y mecanismos cada vez más refinados y complejos de intervención cultural para reproducir y legitimar sus relaciones de dominación.
Este es el caso de las redes sociales, que en un contexto como el actual, funcionan como herramientas culturales para generar y normalizar tendencias retrógradas y reaccionarias entre los jóvenes.
El machismo ha entrado por la puerta grande de la mano de influencers misóginos y mujeres y hombres adinerados que se lucran a nuestra costa: bombardeándonos con discursos misóginos y sexualizantes e imponiéndonos unos cánones inalcanzables que profundizan en nuestra opresión.
Por una parte, ensalzan y romantizan una imagen tradicional, sumisa y servicial (“de valor”), de la mujer; y por la otra, nos sexualizan de manera salvaje, convirtiéndonos en puros objetos sexuales al servicio de los hombres.
Aunque estos mandatos se nos presentan como contradictorios entre sí, el objetivo es el mismo: ahondar en la deshumanizacion de la mujer, perpetuándola como sujeto de segunda y asentar las bases culturales para normalizar el machismo y la violencia. Además de cumplir una clara función despolitizadora: mantenernos inseguras, pendientes de nuestra apariencia y obsesionadas con estereotipos absurdamente cambiantes a los que solo unas pocas llegan.
Este problema tiene agentes muy claros y es de gran urgencia combatirlos y cerrarles las puertas a sus discursos. Es el momento de salir a la calle y articular un discurso firme y contundente ante el machismo y el sistema que lo reproduce.
Ante las falsas promesas de los políticos y de las instituciones, este 8 de marzo tomemos las calles.
MATXISMOAREN AURKA, M8 BORROKARA!!
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