En declaraciones recientes Arnaldo Otegi ha propuesto concurrir conjuntamente con el PNV a las elecciones europeas y estatales. Hace ya 67 años que EKIN se escindió del PNV para constituir un espacio político independentista a la izquierda del PNV. Tras el largo recorrido de décadas de lucha y sacrificio de miles de militantes, la burocracia política de la izquierda abertzale actual debería de explicar por qué hacían falta tantas alforjas para acabar desembocando en el punto de partida, fusionándose electoralmente con el conservadurismo autonomista del que una vez se escindieron.
Y es que estas escandalosas declaraciones están lejos de constituir una salida del guion del coordinador general de EH Bildu, quien por otra parte lleva desde Lizarra Garazi blanqueando al Partido del Negocio Vasco. La realidad es que EH Bildu y la ‘izquierda abertzale’ representada por Sortu forman hoy un espacio político unitario con el PNV, con un muy similar modelo de gestión y con un mismo proyecto de país y de sociedad, que puede verse en la idea expresada por Otegi en la citada entrevista de un ‘’programa de mínimos entre PNV y EHB sobre las principales cuestiones’’.
Si estas dos facciones del autonomismo identitario liberal pugnan todavía en casa por el reparto del poder institucional, lo hacen por puro corporativismo e interés partidario de sus burocracias políticas. No olvidemos que son dos grandes partidos-empresa con centenares de asalariados y con una amplia red clientelar a la que dar de comer. Pero a pesar de su pugna burocrática, ambos partidos basan su programa sobre la base de la explotación capitalista del proletariado y de la posición imperialista de un puñado de grandes empresas. Propuestas como la que hoy ha presentado Peio Otxandiano, de crear un Consejo vasco para la política industrial hay que entenderlas justamente como las de un partido volcado en defender la competitividad y las opciones de negocio de la burguesía industrial vasca en un entorno europeo en decadencia imperial. Sus preocupaciones políticas corren paralelas con las de la oligarquía vasca, por mucho que las adornen con políticas de reparto de migajas a los sectores subalternos.
Dicho simplemente: ambos partidos coinciden en la defensa de la estructura económica imperialista vasca. Su papel principal como partidos regionales es la defensa en las instituciones españolas y europeas de los intereses de un puñado de grandes empresas que facturan cada una de ellas varios miles de millones de euros anuales y permiten la estructura económica para todo el juego parlamentario y presupuestario vasco. El fundamento del proyecto político autonomista de PNV-EHB es la defensa de la economía imperialista vasca basada en el margen de ganancia de empresas como Iberdrola, Petronor, Grupo Mondragón, CAF, Arcelormittal, Vidrala, Volkswagen, Siemens Gamesa, y otras tantas que conforman el núcleo económico del poder de la oligarquía vasca y garantizan el nivel de vida de la clase media acomodada a la que representan estos partidos identitarios. Y sin ningún lugar a dudas EHB está, con todas sus ramificaciones organizativas, para hacer frente a cualquier potencial referente político del proletariado que ponga en juego los intereses de estas grandes empresas y la clase media vasca que depende de ellas.
Es insultante que Otegi pretenda vender esta propuesta de coalición como un espacio ‘de pueblo’, y no de partido. Las coaliciones electorales solo son posibles sobre la base programática común y sobre la apelación a un espacio electoral unitario, y el propio Otegi es perfectamente consciente de esto. Estas engañifas sólo son posibles tras varias décadas de adoctrinamiento y desideologización de las bases sociales de la izquierda abertzale. Recordemos que Otegi ha sido reelegido con una mayoría aplastante de las bases, cuando lleva años haciendo declaraciones de este tipo, de acercamiento al PNV, de señalamiento al proletariado migrante como amenaza, de acercamiento a la patronal, de apuesta por enmarcar a la sociedad vasca en un pacto autonomista reeditado, etc. Es importante mencionar el papel de Sortu en este proceso, como instrumento de manipulación para mantener a las bases tradicionales de la izquierda abertzale en la indigencia ideológica y para la aceptación constante de la derechización programática camuflada de activismo vacío y ampliamente contradictorio. Hoy estas bases tradicionales de la izquierda abertzale han llegado a tal punto de esquizofrenia política que han sido capaces de articular el sentimiento de izquierdas con un contenido ideológico totalmente conservador y liberal. ¿O es que alguien espera que Sortu rompa con EH Bildu por las infames declaraciones de Otegi de estos días? Asumirían incluso la fusión lisa y llana con el PNV en un partido único.
En este lamentable escenario de partido único, donde el liberalismo político encuentra oposición únicamente en el crecimiento de un espacio aún más autoritario y reaccionario de ultraderecha, EHKS aparece como la única apuesta real para articular al proletariado vasco de forma independiente a las burocracias políticas institucionales y los intereses de la oligarquía vasca a los que representan. No se trata de defender las condiciones de competitividad de las empresas imperialistas vascas y una clase media en proceso de descomposición y derechización, sino de construir un gran movimiento proletario disciplinado capaz de poner las bases internacionales para un cambio radical de modelo económico, ecológico y social, no sobre la base del imperialismo nacionalista y la economía de empresa, sino sobre la base de la expropiación del capital y la economía socialista bajo control de los trabajadores. Porque Euskal Herria puede ser una sociedad de todos, y no sólo de unos pocos.
Pienso que ese es el modelo y el proyecto de sociedad por el que muchos se acercaron a la militancia en la izquierda abertzale o en distintas organizaciones rupturistas en el largo recorrido histórico del ciclo político anterior. Un ideal por el que merece la pena mantenerse firmes, y por el que espero que una parte de ese mundo todavía esté dispuesto a luchar. Un ideal de revolución y ruptura política que hoy encarna EHKS y la joven generación militante comunista frente al bloque de la burguesía y la política profesional vasca.
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