Son tiempos en los que los políticos se ponen un casco de obra y un chaleco amarillo y visitan nuevas promociones urbanísticas mientras nos dicen que se están poniendo “manos a la obra” para solucionar el problema de la vivienda. ¿Qué hay de verdad en esto?
Con el aumento de la preocupación social y la movilización en torno al problema de la vivienda, la respuesta de políticos profesionales no se ha hecho esperar: la preocupación social es para ellos, una oportunidad electoral, y el problema de la vivienda una oportunidad de negocio.
Se matan así, dos pájaros de un tiro: desactivan el enfado social simulando hacer algo y ganando apoyos electorales mientras abren nuevas oportunidades de negocio. El marco para que esta operación opere es claro: el problema es la falta de oferta y la solución incentivarla.
Absolutamente todos los partidos políticos dan por bueno este marco. La oferta sería baja debido a los pocos incentivos económicos (riesgo de impagos, okupación, aumento del precio de los materiales para la construcción…) y el papel del estado sería aumentar dichos incentivos.
Esta idea es totalmente falsa. No hay un problema de la vivienda desde la perspectiva del rentista o el empresario, el problema de la vivienda existe sólo para la clase trabajadora. No estamos ante la posibilidad de una crisis financiera, de la ruptura de una burbuja inmobiliaria como podría haber sido tras la crisis del 2008; los beneficios capitalistas están asegurados, por tres razones:
1) El mercado inmobiliario, en el contexto de crisis actual, es el que mayores rentabilidades ofrece (hasta un 11%)
2) Aún hay margen para seguir subiendo los precios.
¿Están muy altos? Sí, pero todavía hay quien puede pagarlos. Le costará a gran parte de la clase media europea sus ahorros y la pérdida de su posición socioeconómica, pero seguirán pagando y no habrá una gran crisis de impagos, de momento.
3) Por último, las medidas del estado están garantizando que sea aun más rentable y que los factores de peligro (los impagos) se expulsen del mercado libre: construyendo más vivienda pública, avalando con dinero público los alquileres o las hipotecas… Con esas medidas, el estado aparta a los pobres (potenciales impagos) de los mercados que tienen que ser más rentables. Por lo tanto, las medidas del estado tienen dos funciones: en el corto plazo, financiar el negocio inmobiliario para que sea más rentable (y que de pasada alivie la escasez de oferta) y en el largo plazo, poner la alfombra roja al proceso de empobrecimiento. Miles de personas ya no accederán a la propiedad, miles más saldrán del mercado libre del alquiler, y los sectores más pobres y menos rentables se amontonarán en las viviendas públicas. Cada uno a su lugar.
Que los políticos están utilizando todo esto para dar más dinero a los empresarios está siendo una verdad a gritos: miles de m² de suelo público que se dan a precio de ganga a constructoras, miles de millones de euros en colaboración público-privada para
Etxebizitzaren arazoa okerrera doa eta horrekin batera piztu dira kezka soziala eta mobilizazioa
Los políticos se han puesto manos a la obra: alimentar la hormigonera del negocio inmobiliario
Gure ezinegona haien negoziorako aukera bilakatu nahi dute.
➡️Apirilak 5
➡️Donostia pic.twitter.com/nqS7EyOa8q— Euskal Herriko Etxebizitza Sindikatu Sozialista (@EtxeSindikatua) April 2, 2025
construir más viviendas, millones de euros en exenciones fiscales para propietarios (como nos exponía cristalinamente la ministra de vivienda), seguros de impago para propietarios, suma y sigue… El sector de la construcción se está poniendo las botas. En Euskal Herria, empresas como Sukia o Amenabar se están haciendo con todos los proyectos. Sus beneficios serán astronómicos gracias a todas las facilidades: decir que construirás “vivienda asequible” (un concepto sin ninguna definición concreta) es suficiente para hacerte con el dinero; han aumentado los precios de las VPO y las VPT y qué casualidad, la mayoría de las viviendas que se están construyendo son VPT (las más caras); incluso proponen bajar el número de viviendas de protección obligatorio por cada promoción de viviendas. Negocio redondo.
El PSOE y el PNV están a la cabeza de este plan, pero la socialdemocracia que se nos presenta como radical no se queda atrás: EH Bildu, que escenifica una supuesta oposición con el tema de las zonas tensionadas, compra el marco por completo. Pongamos un ejemplo: Orereta.
Orereta es el primer municipio en declararse zona tensionada. Hace poco se supo que la oferta de viviendas en alquiler había “desaparecido” de los principales portales inmobiliarios. Evidentemente no ha desaparecido, se está alquilando de tapadillo. Pero, ¿qué nos dice esto?
En primer lugar, Bildu ha hecho campaña con una de las medidas de las zonas tensionadas, la regulación del precio del alquiler (en ningún caso bajada), pero no es, ni mucho menos la medida más importante. Al declarar un municipio “tensionado” se entiende que la tensión proviene de la falta de oferta y por lo tanto, el municipio debe elaborar un plan a 3 años para aumentarla. La receta es exactamente la misma que la del PSOE y el PNV: dinero público para el negocio inmobiliario; eso es lo único que quedará efectivamente en estos municipios.
En segundo lugar, esto produce efectos políticos dañinos. Los liberales no tardaron en poner el grito en el cielo para reivindicar que la intervención en el mercado reduce la oferta. Lo peor de todo es que se refuerzan posiciones liberales y cada vez más reaccionarias contra la intervención en el mercado sin que ni siquiera se hayan aplicado medidas de intervención reales. Ni chicha, ni limoná.
Visto lo visto, ¿Qué tareas tiene el movimiento por la vivienda para evitar que en su nombre se alimente la hormigonera del negocio inmobiliario?
- Primero, debe señalar lo que está ocurriendo. No limitarse a enunciar el problema de la vivienda, porque del llanto se alimentan los oportunistas.
- Debe organizarse con independencia de los partidos y organizaciones reformistas. No dejar que éstas se apropien del movimiento.
- Debe dotar al movimiento de un horizonte verdaderamente transformador y superador del problema estructural: vivienda gratuita, universal y de calidad, que sólo es posible mediante la toma del poder político y una nueva planificación de los recursos existentes.
- Debe articular la lucha por las mejoras parciales de forma que alimente ese horizonte. Las mejoras parciales serán medios que nos acerquen a ese objetivo si cumplen con una serie de requisitos:
1) deben ser mejoras universalizables
2) deben ser arrebatadas a la ganancia
3) deben ser conquistas fruto de la organización
Hay razones de sobra para movilizarse este 5 de abril. Los comunistas no nos quedamos de brazos cruzados viendo como por enésima vez el partido socialdemócrata de turno traiciona las ilusiones de miles de personas, sino que trabajamos para que haya un final alternativo. Señalamos desde ya, y aunque sea todavía impopular, la falsedad de las medidas institucionales y tratamos de convertir el enfado social en organización por una transformación real de las cosas.
El 5 de abril nos vemos en las calles.
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