Gazte Koordinadora Sozialista (GKS) está haciendo campaña de su convocatoria a las manifestaciones de Bilbo e Iruñea el próximo 25 de enero. Esta se llevará a cabo contra la amenaza de la guerra y del fascismo. Por ese motivo, en algunos de los carteles que está colocando en las paredes de pueblos y ciudades de Euskal Herria, aparece el rostro de Roberto Vaquero (Frente Obrero), Dani Esteve (Desokupa) y Wall Street Wolverine. Aparecen en el cartel al lado de estas palabras: “Hagamos frente al contenido fascista en redes”.
Al tal Vaquero no le ha gustado, pues ha dedicado un tiempo en intentar desmentir que los señalados sean fascista; un intento baldío, sin duda, porque su condición es inocultable, salta a la vista
Peio Ormazabal, portavoz de EHKS, ha salido al paso y ha puesto a Vaquero y a su Frente Obrero (FO) en su sitio, explicando porqué son fascistas. Esta ha sido su respuesta:
He cogido una hoja para ir apuntando los argumentos del video para luego responderlos, adjunto la foto del resultado.
Como responder a los insultos de Vaquero no da para mucho, expliquemos porqué el FO es una organización fascista.
El FO maneja una definición muy estrecha del fascismo, según la cual el fascismo es un movimiento caracterizado por la forma concreta que tomo en el periodo de entreguerras: escuadrismo, simbología, autoritatismo… Es decir, lo define como un fenómeno histórico concreto.
Si para ser fascista hay que ser exactamente como eran los fascistas históricos, hoy en día sería un fenómeno prácticamente residual y nostálgico. Claro, Roberto Vaquero no se pasea todo el día con camisa parda, azul o negra… por lo que no sería un fascista.
Sin pretender abordar aquí el debate académico en torno al tema, esa definición interesada y restrictiva es muy útil políticamente al fascismo actualizado, que puede cumplir su papel sin asumir la carga de lo hecho en el siglo XX. ¿Pero cuál es ese papel?
Para nosotros, lo importante al referirnos al fascismo es la función que cumple. El fascismo actúa como vanguardia reaccionaria en los momentos de crisis, apostando por una integración autoritaria de las masas en el estado burgués e impidiendo la ruptura revolucionaria.
Es decir, en los momentos de crisis, cuando no funcionan los mecanismos económicos y políticos mediante los cuales gran parte de las clases medias ha mantenido su estilo de vida, suele generarse un caldo de cultivo reaccionario.
Nostalgia por tiempos pasados, búsqueda de culpables, inseguridad… El fascismo toma estos elementos y los profundiza para proponer una solución interclasista: reordenar la sociedad manteniendo la posición de las clases dominantes, garantizar el orden reforzando el estado.
Como impulsa ideas que están presentes en la sociedad y las utiliza para reforzarse, el fascismo nunca ha sido un movimiento homogéneo. Al contrario, ha sido extremadamente oportunista. No hay más que ver la relación de los fascistas con la religión en el siglo XX.
Entre los fascistas actuales tenemos una mezcla enorme de teorías de la conspiración, rechazo a los sectores más vulnerables de la clase trabajadora, nostalgia por la sociedad del bienestar, obrerismo, ultraliberalismo… No es la base teórica lo que importa.
Y es que lo que se trata es de tomar el descontento y canalizarlo hacía los débiles, blanqueando y reforzando de paso, el sistema que lo genera. No es la base teórica lo que importa, el fascismo (como el posmodernismo) va más de acción y sentimiento.
Mirando su programa, el FO encaja perfectamente en lo que es un movimiento fascista. Su toma todos los puntos en los que se cimienta los sentimientos reaccionarios: cualmente: anti-islamización, antinmigración, españolismo, ataques a la lucha de las mujeres, conspiranoia…
Todo eso aderezado con una práctica propagandística centrada casi exclusivamente en atacar la inmigración y de paso, pedir el reforzamiento del aparato represivo del estado: cierre de fronteras, militarización, defensa a ultranza de la policía…
Sin embargo, cuando hablan en contra de los empresarios y de la ganancia capitalista, lo hacen con la boca pequeña, no vaya a ser que alguien se ofenda. Es decir, Vaquero es muy duro con los débiles, pero no tanto con los fuertes.
Las menciones a la clase obrera y a la lucha las suele hacer en un sentido identitario, sin dirección ni programa concreto, ligando el bienestar y la justicia social a un estado fuerte y armónico, donde la clase obrera haga lo que tiene que hacer: trabajar.
Nacionalismo cultural, autoritarismo, justicia social excluyente y vinculada a la colaboración con los empresarios… Sin echarle imaginación, podemos decir que el Frente Obrero es una actualización de la falange.
Por todo esto, está la cara de Roberto Vaquero en las calles de toda Euskal Herria. No porque vayamos a hacer una manifestación en su contra (que no se flipe), sino porque ejemplifica perfectamente como se difunde el fascismo en las redes sociales.
Aunque le joda, seremos miles las personas que salgamos a las calles de Iruña y Bilbo el 25 de enero. Ni wokes, ni socialdemócratas de podemos: miles de comunistas serios, formados, disciplinados y que nos dejamos el pellejo en las luchas del día a día.
Y es que, en los momentos de crisis no solo se fortalece la reacción, también surge la opción de quebrar el orden capitalista, la opción de la revolución socialista. Nosotros estamos en ello.
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