De todo lo dicho sobre lo ocurrido ayer en Hernani, esto me parece especialmente sangrante y marca un precedente grave: cuestionar la legitimidad de la organización colectiva, de clase, en este caso a través de un sindicato socialista de vivienda para defenderse de los desahucios.
Por un lado, se está juzgando como «instrumentalización» que ante un problema real, una persona acuda a un sindicato que ofrece sus recursos y que juntos acuerden un camino a seguir. Ver paternalismo donde no lo hay sólo puede hacerse, efectivamente, desde el paternalismo.
Por otro lado, se está condenando como «injerencia» que una persona no acuda a los servicios sociales aislada, indefensa y desinformada sino acompañada y apoyada por un sindicato. Esto es, se defiende la relación individual y pasiva del ciudadano-usuario con la administración frente a la organización sindical colectiva.
Efectivamente, lo mismo que cualquier casero o empresario intenta siempre: dividir «afectados» y «activistas», individualizar y saltarse al sindicato mediante una negociación totalmente desigual y esta vez sí, paternalista.
Por otro lado, cualquiera que conozca mínimamente la problemática y el problema de la vivienda sabe que los poderes públicos suelen aludir a que no se han aceptado las alternativas ofrecidas. Esto es, o tomas esta miseria o te quedas en la calle, y además será culpa tuya.
Por último, se está sugiriendo también que no es aceptable airear públicamente lo sucedido ni mucho menos hacer política con ello, y que lo suyo sería gestionarlo discretamente por los cauces establecidos. ¡Para qué este lío cuando podía haber sido un desahucio silencioso más!
Todos estos argumentos basura antiproletarios y antisindicales harían sonrojar a cualquiera. ¿Cuál es la diferencia esta vez? Que al frente del ayuntamiento y además en un pueblo insignia se encuentra EH Bildu. A partir de ahí, todo parece ser un montaje deliberado contra ellos.
Ocurre que la casuística descrita se da continuamente en todas partes con distintos gobernantes. Y que los sindicatos socialistas de vivienda actúan allá donde está el problema y hay voluntad de hacerle frente. No ha sido pues una cruzada contra EH Bildu, sino que esta vez EH Bildu estaba en medio.
De hecho, no estamos ante un prejuicio ideológico sobre si EH Bildu es o no igual que los demás. Sino ante hechos: ha actuado como los demás y con los mismos argumentos. ¡Que en otro caso ellos mismos denunciarían! La diferencia es que ser «ellos» parece que los hace intocables.
Esta lógica antipolítica de la comunidad abertzale (los nuestros tienen razón porque son los nuestros y el resto son enemigos) puede operar para cohesionar a la parroquia, pero no para responder a problemas sociales amplios como en este caso los desahucios. Y ha quedado en evidencia.
Ha quedado demostrado también dónde está el compromiso ético y político con el proletariado y sus problemas cotidianos, mediante instituciones proletarias independientes, aumento de capacidades de defensa e irrenunciabilidad a los principios políticos comunistas. Gobierne quien gobierne.
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