No dejo de ver tuits/hilos que insisten de distintas maneras en esta idea. Me gustaría hacer algunos comentarios al respecto:
No dejo de ver tuits/hilos que insisten de distintas maneras en esta idea. Me gustaría hacer algunos comentarios al respecto: https://t.co/drHfxecrcg
— Volodia (@volodia___) March 12, 2024
Empiezo concediendo un punto que es, por otro lado, más o menos evidente: la forma en la que se expresa un contenido no es neutral, y guarda una relación directa con dicho contenido. La estética de una organización política refleja sus valores y propósitos.
Esto obliga a reconocer un segundo punto: en la crítica hacia la estética de una org está implícita una crítica hacia su política. Esto queda claro en el tuit que cito. No le genera rechazo la apariencia o el estilo de una presentación, le generan rechazo sus miembros y sus ideas
Vayamos entonces al grano. La estética del video en cuestión transmite (aunque no solo) seriedad, orden, firmeza, convicción, disciplina. Expresa básicamente fuerza, el poder colectivo organizado que todo comunista aspira a construir.
Esto NO es estética militar, ni esos valores son militaristas. Son, de hecho, valores democráticos y revolucionarios. Y entender esto exige aclarar algo muy básico, pero que no suele tenerse en cuenta: para organizar a mucha gente hace falta 1) claridad de principios,
2) convicción en la verdad de estos principios, 3) esfuerzo sostenido a la hora de aplicarlos, 4) compromiso con los lazos que tejes con tus iguales en ese proceso. Esto es algo que ya se menciona en la presentación: trabajo militante, solidaridad de clase, internacionalismo.
El militarismo y el fascismo, en cambio, sostienen un ideal de disciplina ciega, sacrificio en abstracto, autoritarismo/verticalismo y, por supuesto, discriminación del débil. Identificar falsamente uno y otro sólo puede responder a prejuicios liberales.
El argumento del hilo es, además de falso, profundamente hipócrita, teniendo en cuenta que reconoce abiertamente que le mueven prejuicios liberales: sabe que no somos fascistas, pero le de igual. Ahora, es cierto que mucha gente comparte inconscientemente esos prejuicios.
Una de las tareas centrales del comunismo consiste precisamente en recuperar la legitimidad social de su programa político, superar la reacción de rechazo que todavía genera en una mayoría. Eso no se puede conseguir si nos plegamos ante la opinión anticomunista generalizada.
Es necesario expandir la idea de que el trabajo militante, la solidaridad de clase y el internacionalismo proletario son valores positivos en sí mismos. Pero, además, sólo sobre la base de esos valores es posible expandir el comunismo como tendencia política y cultural de masas.
La simpatía intuitiva que despierta el MS entre tantos militantes de tradiciones y grupos muy diversos entre sí lo corrobora. Quienes conocen por primera vez el MS y su propuesta no sienten miedo, sino atracción (entre otras, por los valores sobre los que basan su actividad).
Lo que esconde aquel rechazo hipócrita hacia una presunta estética militar, en cambio, no es la ignorancia que puede excusar todavía a muchos, sino el rechazo deliberado y consciente del programa de expansión del comunismo.
Lo que les resulta hostil, en el fondo, no es la apariencia de un grupo de chavales; es la revolución comunista. Sus motivos tendrán.
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