Ya sabíamos de hacía días que Sumar cedería a dos diputados a Esquerra Republicana a fin de que tuviera un grupo parlamentario propio en el congreso español. Y ayer se supo que el PSOE cedería a cuatro diputados a Junts a fin de que también lo tuviera. La transacción es lamentable, terrible y pone de relieve hasta qué punto la clase política catalana no escucha y está alejada de los sentimientos de sus electores y de la mayoría de la población.
Tal y como explicamos en este artículo , hay dos razones básicas que suelen invocarse para justificar que necesitas tener un grupo parlamentario propio en Madrid. La primera y la más razonable es que te da la posibilidad de hablar más a menudo en la tribuna y participar en debates y negociaciones.
Pero la segunda es mucho más cruda: tener un grupo parlamentario propio es mucho dinero . Básicamente, cada grupo parlamentario del congreso español recibe unos 30.000 euros mensuales más 1.700 por cada diputado, pudiendo contratar asesores y personal del grupo a cargo del congreso. Pero resulta que también es necesario tener grupo parlamentario propio para cobrar la subvención prevista para financiar el envío de propaganda electoral. Esta subvención será de 0,18 euros por elector. Por elector en general –dado que la propaganda llega a todo el mundo–, no por votante propio. De modo que hablamos, palmo arriba palmo abajo, de un millón de euros para cada partido.
El problema, en este momento y en este país, es que lo que en otro lugar y día sería un oscuro debate casi técnico –objeto de escrutinio tan sólo para unas pocas personas muy adentro de los mecanismos de la política– aquí no lo es.
La gente, el votante, está demasiado enfadado como para entender algo así. Porque existe una falta evidente de credibilidad de la clase política, en concreto de la clase política independentista . Carece de credibilidad que acciones como esta no hacen sino poner de relieve, desde el momento en que hacen pasar los intereses privativos de la estructura del partido por delante de la lógica política e ideológica. Y en esta ocasión, especialmente, en el caso de Junts –por la novedad y por la rotundidad con la que decían que harían cosas distintas de las que Esquerra había hecho estos últimos años.
Hablar de confrontación mientras pactos favores con el partido del 155 no es nada coherente . Porque los favores, por más historias que nos quieran contar, se cobran; siempre se acaban cobrando.
Decir que serás capaz de hacer una negociación fuerte porque eres libre de hipotecas y no te importa ir a nuevas elecciones es completamente contradictorio con el mensaje que envías cuando pides favores al PSOE para tener un grupo propio… ¡en esta misma legislatura!
Y cae por su propio peso, porque nadie puede entender qué lógica tiene jactarse de que las cosas han cambiado y ahora el PSOE es rehén del independentismo –al revés de lo que sucedía hasta ahora– ya continuación hacerse rehén suyo, porque le debes tener grupo parlamentario propio .
La pregunta, en resumen, es si el dinero y la visibilidad merecen la pena junto a la decepción y la pérdida de credibilidad que causa una decisión como esta.
He dicho al principio que la clase política catalana no escucha . Es lo que me parece más grave de todo. Porque cuesta creer que después de dos abstenciones tan multitudinarias como las que se han vivido en las pasadas elecciones municipales y españolas, y después de tantas críticas fundamentadas sobre lo ocurrido en estos últimos seis años, ERC y Junts no extreman la sensibilidad ninguna a los detalles que, precisamente, han alejado a buena parte de la base independentista de la política institucional . Lo que dice mucho de la burbuja en la que viven.
Vilaweb