El presidente de Venezuela Bolivariana, Nicolás Maduro, ha mantenido hoy una reunión con políticos y militares de alto rango. En su comparecencia se ha referido, entre otras cosas, a Juan Guaidó, el presidente autoproclamado y títere del gobierno imperialista yanki.
De este siniestro individuo ha expresado: “La autoproclamación del títere imperial derrotado, aplastado y desaparecido de la historia y de la paz política de Venezuela, Juan Guaidó, está en el basural de la historia, derrotado por nuestro pueblo, por la conciencia y por el poder cívico-militar”.
Maduro ha recordado las crisis que Venezuela ha enfrentado desde 2017, tales como el golpe de Estado en 2019, la operación Gedeón en 2020 en plena pandemia y las sanciones impuestas por EE.UU. y los países europeos, por lo que el presidente bolivariano ha instado al pueblo a proteger la paz en Venezuela.
Ha ordenado también, para ello, que se activen las organizaciones de las Unidades Populares para la Paz (UPAZ) y el Consejo Especial por la Paz (Cepaz).
Al presidente Maduro no le falta razón en su opinión sobre Guaidó, pero no es menos cierto que, arrojado al basural de la historia, el títere de la Casa Blanca robó una cantidad nada desdeñable de dinero de las arcas del Estado (que nunca devolvió); llamó al golpe de Estado, junto al prófugo y terrorista Leopoldo López; quebrantó varias órdenes de la Justicia que le prohibían viajar al extranjero (sin consecuencias penales alguna)… Y, a pesar de todo ello, y mucho más, nunca fue detenido ni mucho menos encarcelado. Siempre se movió y cometió delitos sumamente graves con una impunidad escandalosa.
Sí, está en el “basural de la historia”, pero, además de ahí, ¿no debería también estar en la cárcel?