Un reporte de la emisora alemana WDR reveló detalles inéditos sobre el papel del nazi Walther Rauff en la represión durante la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990).
Según el reporte “Los padrinos alemanes de Pinochet”, Rauff, exoficial de las SS, introdujo a Chile medidas desconocidas hasta entonces, como la desaparición de personas, que derivan directamente de una directiva del exdictador alemán Adolf Hitler, conocida como “Nacht und Nebel” (“Noche y niebla”), de diciembre de 1941. Esta fija los criterios para el secuestro y desaparición de personas.
Además, un exagente de la DINA recuerda al propio Rauff en el centro de instrucción de la entidad en San Antonio, el regimiento de Tejas Verdes, donde se enseñaba a torturar, y donde el alemán saludaba personalmente a los reclutas.
“Nos decía, ustedes ahora son parte de la élite del Ejército, y su tarea es eliminar el comunismo de toda Latinoamérica”.
“Los chilenos no tenían experiencia en esa clase de torturas, esto lo trajeron acá, lo importaron acá. Eran gringos, eran alemanes. Y nos dieron la bienvenida: ‘Willkommen0′”, recuerda en el reporte.
No fue el único. Según su autor, después de 1945 unos mil oficiales de las SS, SA y Gestapo llegaron a Chile. En la DINA eran llamados “nuestra tropa alemana”.
Rauff en Chile
Rauff (1906-1984) llegó al país en 1958, tras haber conocido previamente a Pinochet en Ecuador, donde este residió entre 1956 y 1959. Allí el entonces mayor fue parte de una misión militar para reorganizar la Academia de Guerra local.
El nazi había llegado a Ecuador en 1955 y representó allí a varias empresas alemanas. En Chile además Rauff fungió como agente del servicio secreto alemán BND. En 1962 Alemania pidió su extradición, pero la Corte Suprema chilena la denegó.
“Conozco a Pinochet desde 1956. Sus subordinados son todos buenos amigos míos”, señaló Rauff en una carta a un sobrino en Kiel.
En una entrevista de 1966, reitera:
“Mi caso fue decidido en Chile. El gobierno chileno me dio permiso para vivir y trabajar aquí y por eso estoy bajo protección del gobierno chileno, tal como cualquier otro chileno, y por tanto no tengo nada que temer”.
Rauff y el Plan Cóndor
El reporte cuenta con dos fuentes claves, vinculadas a la dictadura. Una es “Simón”, un exmiembro de la DINA, quien no es identificado, y la otra Jorgelina Vergara, conocido como “El Mocito” de la DINA, y quien ha sido clave en diversos procesos judiciales para revelar la existencia de centros de detención clandestinos –como el cuartel Simón Bolívar de Peñalolén, que sirvió de centro de exterminio– y el destino de varios desaparecidos.
“Todo llegó de Alemania. De los exnazis. Ellos trajeron la tecnología en cuanto a torturar, matar y hacer desaparecer a las personas”, afirma Vergara en el reporte.
Y específicamente sobre Rauff dice:
“Este señor , le decían ‘El Chacal’. El Chacal era el encargado de hacerlos desaparecer enteramente”.
Y agrega:
“Este señor, le decían ‘El Chacal’, se iba a visitar a Manuel Contreras en cabaña, allí tenía cabaña en la playa de Santo Domingo en medio de un bosque, totalmente aparte. En estos años 1975, 76, estaba así tal cual, era muy fumador. De hecho lo vi en varias ocasiones: en el Hotel Bahía en Cartagena se reunía con el ‘Mamo’ Contreras. También en el Cuartel General acá en Santiago. Colaboraba de una forma siniestra en el aparato represivo de Chile. Esto está más que claro”.
“Rauff… era el maestro de la solución final”, afirma por su lado “Simón”, quien además señala que ya en junio de 1973 participó en el acondicionamiento de lo que sería el campo de concentración de Chacabuco, entre otros, con el sembrado de minas.
“Allí estaba un alemán. No supe su nombre. Andaba en uniforme caqui como los demás, yo creo que tenía la parte de planes, la parte estratégica, por dónde podrían arrancar, por dónde podrían atacar el cuartel, dónde sembrar las minas, esto. Era fascista, nazi, era alemán-alemán”. Posteriormente lo reconoció. Según el testigo, se hacía llamar “Van Nordenflycht”.
El reporte además cita una investigación del Centro Simon Wiesenthal de Viena, donde un antropólogo estadounidense le comenta a Wiesenthal:
“Mis fuentes me dicen que Rauff está involucrado con el sistema chileno de la ‘seguridad interior’. Un oficial chileno le dijo a mi amigo que recibió personalmente órdenes de Rauff. Se trataba de interrogatorios a izquierdistas y operaciones en la zona de Santiago”.
Plan Cóndor
La investigación además incluyó algunos testimonios de Vergara que no fueron incluidos en el reporte radial, pero a los que tuvo acceso El Mostrador.
Entre ellos se menciona la participación de Rauff, apodado “El Chacal”, en la creación del Plan Cóndor –el sistema latinoamericano de represión para eliminar opositores políticos–, en una reunión secreta ocurrida en 1975.
“Yo acompañaba la bandeja donde se haría servicio de un café, un trozo de torta y pastelito para todos que estaban, eran más o menos entre 12 y 15. De acá fueron (Christoph) Willeke, quien fue director de la ENI, de la Escuela Nacional de Inteligencia y andaba este señor, El Chacal. Él estaba al lado de Manuel Contreras, y del otro lado estaba, eh, José María Verdeguer de Uruguay, el director de inteligencia de Uruguay. Allí fue donde acordaron el Plan Cóndor. El objetivo era intercambiar datos de inteligencia para arrestar personas conflictivas. Por ejemplo: en Uruguay los servicios de inteligencia veían unos grupitos chilenos que andaban medios raros, ¡pum!, llamaron a la DINA , la DINA allá, ¡pum!, los agarra detenidos y los extradita. Y de acá viceversa”, afirma Vergara.
Al ser consultado si Rauff entonces efectivamente estaba presente, responde:
“Sí, estuvo presente. Él tuvo conocimiento de todo lo que se acordó. La persona estaba muy involucrada en los servicios de inteligencia”.
Tras ser consultado sobre quiénes eran los “padrinos del terror chileno”, Vergara dice:
“Eran los alemanes metidos aquí en el Ejército y en la DINA. Vinieron como instructores. Tienen responsabilidad”.
San Antonio
Otro detalle que tampoco está incluido en el reporte habla sobre el destino que, según un exagente, sufrieron los cuerpos de varios detenidos de Londres 38 y Villa Grimaldi, tras ser llevados al puerto de San Antonio.
“El itinerario de Santiago a San Antonio era por Melipilla. Y de Cucumen el camino a Lo Gallardo, camino malo, donde no había nadie, puros campesinos. Al lado del puente entre Santo Domingo y San Antonio hubo un puesto militar, donde cambiaron el chofer, para seguir rumbo a la pesquera que estaba puerto adentro. Este chofer de apellido ‘Tolosa’, un militar, era el único autorizado para entrar, nadie lo paraba. El camión demoraba dos a tres horas en regresar, vacío y limpiado”.
En el reporte, un exdetenido en San Antonio cuenta sobre la presencia de Rauff en el lugar:
“Y ahí había una bodega donde trabajan los rederos. Por estos lados se lo veía, donde las camionetas con los detenidos atrás. Es él que sale en la foto, sí. Con acento alemán y nazi malo”.
Según el reporte, que cita a exagentes de la DINA, los detenidos eran asesinados en el lugar. El propio Vergara afirma luego lo que sucedía con sus cuerpos.
“Al Rauff le dieron el cargo como director de la pesquera Arauco, de la dictadura. Los cadáveres fueron tirados a la trituradora de la pesquera Arauco. Quien lo hizo fue El Chacal”, aunque no personalmente.
“Lo acompañaron agentes de la misma DINA”, quienes le dijeron a Vergara que “los tirábamos y se transformaron en harina de pescado”.
“Como todos sabían que yo era el regalón de Mamo Contreras, no me restringían de nada. Eran testigos directos. Porque ellos participaban en esto. Tienen miedo, no van a dar información. La justicia en lugar de abrir puertas, las cierra”
La “Perrera”
En el reporte, Vergara además cuenta lo ocurrido en la ex Perrera, creada para cremar perros callejeros, y hoy centro cultural.
“Mira, mira, siempre me hablaban de los paquetes, los paquetes hay que eliminarlos, pero tenemos una cosa en Quinta Normal donde se puede hacer para no dejar evidencia y toda esa huevada. ‘Exterminio de paquetes’. El Rauff era el encargado de hacerlos desaparecer enteramente”, señala.
“Fue cruel, muy cruel. Se quemó gente, cuerpos humanos en la Perrera, sí. En Santiago, allí donde había más cadáveres los llevaban a la Perrera”.
Al ser consultado sobre cuántos fueron, responde:
“Mira, por darte un número: más de 300”.
Este testimonio es confirmado por un extrabajador de la Perrera, quien habla desde el anonimato.
“Durante la dictadura venían vehículos extraños al lugar. No podíamos quedarnos cerca. Los extraños tiraban sacos a los hornos. Por lo que vi desde lejos, los cuerpos en los sacos eran más grandes que perros”.
Esto es confirmado por “Simón”, quien cita a otro exmiembro de la DINA.
“Trabajaba en el CG (cuartel general) en este tiempo y acompañó muchas veces al Willeke y Rauff visitando esta parte, bueno, la Perrera en el Parque de los Reyes. Para que funcionara. Era para perros, pero ahora tenía que ser para seres humanos. El Rauff estaba en esta sección, no sé, tenía un nombre: sección para ‘solución final’”.
El nazi murió en Santiago en 1984 y fue enterrado en el Cementerio General. Asistieron varios nazis, entre ellos el escritor místico y exdiplomático chileno Miguel Serrano.
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