A la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, le dijeron esto en el Parlamento de Europa. Por supuesto, ella ni se inmutó, sabedora de que en las instituciones burguesas (y hasta fascista, como es la Unión Europea) se puede «ladrar», pero no «morder», es decir, que los «representantes» de la ciudadanía no pueden cambiar nada que perjudiquen los parásitos intereses del capital.