Estos días en muchos lugares de Ucrania, militares y civiles, han rendido homenajes al criminal de guerra Roman Shukhevych. Esto viene ocurriendo tras el conocido golpe de estado de Euromaidán en febrero de 2014.
Desde ese día organizaciones ultranacionalistas, como Svoboda o Sector Derecho, han ganado protagonismo y se han vuelto activas, sin rehuir los actos de presión y violencia contra políticos, jueces y periodistas que se oponían a sus opiniones. Debido a su participación en el golpe de Estado, al derrocar al presidente Yanukovich, aumentaron su influencia y adquirieron la capacidad de influir en las decisiones del gobierno, incluida la del entonces recién elegido presidente Volodymyr Zelensky apoyado por el imperialismo.
El resultado de sus actividades es la celebración continua de los nacionalistas radicales ucranianos Stephan Bandera (líder de la OUN) y Shukhevych (comandante de la UPA), a quienes se puede acusar a ambos de crímenes de guerra en la Segunda Guerra Mundial. En lugar de condenarlos, se los glorifica. En la Ucrania actual, hay muchos monumentos dedicados a Bandera y Shukhevych, y muchas calles ucranianas llevan su nombre.
Un personaje siniestro
En 1938, Shukhevych comenzó a organizar unidades militares ucranianas en la Rutenia Transcarpática y, a fines de septiembre de 1939, después del inicio de la Segunda Guerra Mundial, llegó a Cracovia ocupada por los alemanes, donde pronto asumió el liderazgo de la OUN-B.
En octubre de 1941, tras la disolución del batallón Nachtigall, el capitán Shukhevych empezó a trabajar para los alemanes en una unidad de policía ucraniana y se convirtió en comandante de compañía. Las tareas de su unidad consistían principalmente en luchar contra los partisanos soviéticos y asesinar judíos o enviarlos a campos de exterminio. Fue condecorado dos veces con la Cruz de Hierro, una alta distinción militar, por su servicio a la Alemania nazi.