Con sus principales oponentes encarcelados o excluidos de las elecciones, el presidente tunecino Kais Saied enfrenta pocos obstáculos para ganar la reelección el domingo. Las elecciones presidenciales del 6 de octubre en el país norteafricano son las terceras desde que las protestas condujeron al derrocamiento en 2011 del presidente Zine El Abidine Ben Ali, el primer líder derrocado en los levantamientos de la Primavera Árabe que también derrocaron a líderes en Egipto, Libia y Yemen. Una serie de arrestos y acciones tomadas por la autoridad electoral elegida personalmente por el presidente han planteado dudas sobre si la carrera de este año será libre y justa. Y los partidos de oposición han pedido un boicot. Es la primera carrera presidencial desde que el presidente Saied declaró el estado de emergencia en julio de 2021, despidió a su primer ministro, suspendió el parlamento y reescribió la constitución de Túnez para afianzar su propio poder. Esas acciones indignaron a los grupos prodemocracia y a los principales partidos de oposición, que las calificaron de golpe de estado.
Los votantes «aprobaron» la nueva constitución al año siguiente en un referéndum con bajísima participación. Posteriormente, las autoridades comenzaron a arrestar a los críticos de Saied, incluidos periodistas, abogados, políticos y figuras de la sociedad civil, acusándolos de poner en peligro la seguridad del Estado y violar una controvertida ley contra las noticias falsas que, según los observadores, reprime la disidencia. Diecisiete candidatos potenciales presentaron la documentación para postularse, pero la autoridad electoral de Túnez sólo aprobó a tres: Saied, el veterano político Zouhair Maghzaoui y el empresario Ayachi Zammel
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