La separación de los cinco diputades de Podemos de Sumar representan una resta numérica importante. El grupo parlamentario sufre una sangría económica (menos diputades, menos dinero) pero, en el día de hoy, con el transcurso de las horas y la preocupación del PSOE por si esta ruptura tendría consecuencias para el gobierno progre, han quedadas resueltas las dudas: no es más que un problema de «visibilidad». Así lo han transmitido. Esto es, que la lideresa de Podemos, Ione Belarra, quiere también las cámaras encendidas para cuando hable a las masas. Lo que diga, en realidad, no es relevante porque puede lucir pañuelo palestino y hablar de la creación de dos estados en Palestina, pero luego -siempre con la excusa de que sino viene Vox- sus cinco parlamentarios votarán lo que diga la dupla Sánchez/Yolanda. No serán, ni mucho menos, una oposición de izquierdas como no lo es tampoco ERC o Bildu.
Con el vacío militante que padecen todas las organizaciones políticas, el ejercicio democrático de sus afiliados es una entelequia. Iglesias reconoce abiertamente que a Yolanda Díaz la designó su dedo para sucederlo a él mismo. Ocurre que la ministra resultó ser más papista y pro-PSOE de lo esperado, es decir, el miedo a la derecha (la otra) hizo que los besos y las carantoñas con el otro líder socialdemócrata, nos ubicara al resto en lo que es la «izquierda» reformista que venden cuando llegan elecciones.
Otro ejemplo, ¿harán algo diferente las Belarra/Díaz contra la OTAN en las próximas semanas?¿Apoyarán a la resistencia palestina o seguirán con el discurso del célebre y acomodaticio ninismo, de ni Israel ni Hamás?¿Su «republicanismo» se agotará como ocurrió en el momento de jurar/prometer lealtad al rey para ocupar el cargo de ministra?… y así hasta el agotamiento.
El uso de la palabra «visibilidad» en los medios, resume cómo entiende Sumar y Podemos la lucha contra un sistema que las abdujo antes de que llegaran a ser visibles.