Crónica de una DANA anunciada
Tras cientos de víctimas e incalculables daños materiales en Valencia, la democracia pluripartidista demuestra su verdadera función. Y es que el gobierno y la oposición se enfrascan, como siempre, en un bochornoso intercambio de acusaciones, señalándose mutuamente. Sin embargo, ninguno de ellos aborda los factores fundamentales de todo este asunto.
En primer lugar, el cambio climático incrementa los efectos de las DANAs. Y esto no es una cuestión de ideologías ni de agendas políticas: es una realidad respaldada por la ciencia. De hecho, el aumento de la temperatura global provoca alteraciones en los patrones climáticos, generando episodios de lluvias torrenciales y condiciones meteorológicas extremas. Ignorar esta evidencia es malinterpretarlo todo: el problema no es que el cambio climático “sea mentira”, sino que las supuestas medidas para abordarlo, en el marco del capitalismo que antepone el máximo beneficio y no planifica la economía, son una auténtica farsa.
Por otro lado, se ha producido una orgía de construcción indiscriminada en Valencia y una expansión urbanística en zonas de riesgo, en áreas vulnerables a inundaciones y deslizamientos. Se han levantado edificaciones en cauces de ríos, zonas inundables y terrenos inestables, pasando por alto estudios y normativas, solo para que las constructoras se forraran.
Además, y sobre todo, hemos sido testigos de la presión laboral pese al peligro inminente. Otra vez igual que en la peor época del Covid. A pesar de las alertas emitidas por las autoridades, muchas empresas han exigido a sus empleados acudir al trabajo, jugando con sus vidas como miserables explotadores. Los beneficios económicos de sus empresas valen para estos criminales más que las vidas de clase trabajadora.
Finalmente, llevamos años viviendo recortes en sanidad y, por cierto, se eliminó la unidad de emergencias valenciana. La austeridad exigida por Bruselas para pagar la deuda a la oligarquía financiera ha provocado desde hace años ajustes presupuestarios en el sector sanitario, lo que ha degenerado en la supresión de servicios esenciales, debilitando la capacidad de respuesta ante una crisis como la actual.
En consecuencia, hay que exigir todos los medios posibles a las autoridades, sí; pero sobre todo extraer las lecciones que se derivan de todo esto. La solidaridad popular está siendo ejemplar en estos días. Voluntarios de diferentes organizaciones, sindicatos o asociaciones de vecinos están colaborado en las tareas de rescate y limpieza, ofreciendo un apoyo vital en las zonas más perjudicadas; y se han organizado campañas de recogida de alimentos, ropa y artículos de primera necesidad.
Así pues, ninguna confianza en los partidos del régimen y ningún eco a sus ridículas cuitas y guerritas internas para culparse mutuamente, dejando incólume a un sistema capitalista que todos ellos representan y que especula, explota, recorta y altera el clima, dejándonos a merced de los desastres. En este contexto, más autoorganización y más defensa de lo colectivo desde abajo, como de hecho ya está pasando. Porque esta tragedia demuestra la certeza de un viejo lema: solo el pueblo salva al pueblo.
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Solo el pueblo salva al pueblo. Trabajadores, obreros, estudiantes… acuden a ofrecer su solidaridad