La reciente victoria del candidato Calin Georgescu (anti OTAN, anti UE y con simpatías hacia el pueblo ruso) no gustó nada al poder europeo. En efecto, en la primera ronda de las elecciones presidenciales en Rumanía un tal Georgescu, relativamente desconocido hasta hace poco, logró captar el 23% de los votos, superando a candidatos más establecidos y sorprendiendo a la opinión pública. Su ascenso meteórico ha puesto en alerta al capitalismo europeo y tras días de meditación qué hacer, se han decidido porque la Corte Constitucional del país intervenga.
Y el «argumento» no tiene desperdicio: es «En respuesta a las inquietudes sobre la validez de los resultados, el Tribunal Constitucional de Rumanía ha exigido un recuento de los votos de la primera ronda celebrada el pasado domingo». Además, ha decidido aplazar hasta el viernes una solicitud que busca anular dichos resultados, lo que frena el comienzo oficial de las campañas de los dos candidatos que avanzarán a la segunda vuelta, programada para el 8 de diciembre. Georgescu se enfrentará a la candidata liberal proeuropea Elena Lasconi