ERC cosechó unos malos resultados en las elecciones electorales, como todas las formaciones que se autodenominan independentistas pero que, en realidad no pasan de autonomistas. Ningunearon de manera escandalosa a la población, que se batió en las calles, y gran parte de esta les ha dado la espalda.
Ahora, cuando las elecciones generales están a la vuelta de la esquina (el 23 de julio) y parte de lo que viene a llamarse independentismo ha expresado que se abstendrá, dirigentes de ERC (las otras formaciones “independentistas” también) comienzan a mostrar su nerviosismo ante el temor de reeditar o empeorar los resultados.
En rueda de prensa celebrada en la sede de ERC, Gabriel Rufián y Teresa Jordà han expresado su preocupación. Jordà ha dicho que “el independentismo tiene que ganar todas las elecciones, quedarse en casa no es una opción”.
Por su parte, Gabriel Rufián ha calificado la abstención de “veneno”. Y ha seguido diciendo que “Un país se puede permitir que sus partidos pierdan, que sus políticos y políticas pierdan. Pero no se puede permitir que se pierda la democracia”.
A Rufián se le podría hacer algunas preguntas acerca de sus dos afirmaciones. Dice que la abstención es “veneno”; ¿para quién?, ¿para el sistema que le da muy bien de comer? Advierte de perder la democracia; ¿qué democracia?
Pero la rizadera de rizo del señor Rufián se ha hecho notablemente manifiesta cuando ha expresado que el 23 de julio, día de las elecciones, todo el mundo tiene el “mismo poder” depositando una papeleta en las urnas.
No es casual que Gabriel Rufián, como todos y todas las asalariadas del sistema, incida en que tenemos que votar. Buscan una legitimidad que no les corresponde.