En Sudán se produjeron dos golpes de Estado, en 2019 y un segundo en octubre de 2021. Mali vivió su primer golpe en agosto de 2020 y otro después, en mayo de 2021. En Chad hubo un golpe en abril de 2021. En Guinea Conakry se dio un golpe en septiembre de 2021. En Burkina Faso han tenido lugar otros dos, uno en enero de 2022 y otro en septiembre del mismo año. El golpe de Níger se produjo a finales de julio de este 2023, y el último ha sido el de Gabón, el pasado 30 de agosto.
Una oleada de golpes de estado ha vuelto a sacudir el África occidental. Hay que reconocer que los golpes de estado parecen ya una tradición regional. Muchos, la mayoría, son no sangrientos, algunos incluso son descaradamente escenificados, pero en algunos otros se ha derramado mucha sangre. Aunque todos reciben ayuda o son impulsados desde el exterior, de ningún modo son todos iguales. Los pueblos respectivos han salido a festejar cada uno de todos estos golpes, porque cada uno de ellos les ha brindado la posibilidad de soñar y emocionarse con los tan ansiados cambios. Pero por lo general, esta tradición no ha traído cambio alguno para sus pueblos.
Los pueblos africanos no han estado callados hasta ahora. Las manifestaciones de protesta, las rebeliones y las resistencias antiimperialistas y anticoloniales siempre han estado presentes. Pero en el Occidente global no se les presta atención, ni cuando protestan, ni cuando son masacrados y sofocados con violencia por las fuerzas de seguridad de sus respectivos gobiernos impuestos por occidente.
Estamos viviendo un momento de transformación a nivel mundial. Estados Unidos y sus aliados pierde su posición hegemónica y nace un mundo multipolar a pasos agigantados. No hay que subestimar la virulencia del imperio que cae. Seguro que no cederá fácilmente, pero se ha hecho evidente su pérdida de agarre, (incapaz de ganar en Siria, incapaz de ganar en Ucrania…). Tan evidente que los pueblos africanos y sus buenos líderes, que los hay, no han perdido tiempo para aprovechar esa grieta en el muro del imperio, con el que siempre se han estrellado. Se levantan una vez más en busca de esos tan soñados cambios de libertad y dignidad. En este momento de la historia, en algunos países están tocando esos sueños con la punta de los dedos, lo cual está poniendo nervioso al imperio y será un acicate para que otros pueblos imiten sus revueltas y sus golpes de cambio. Veremos más, seguro. Pero ojo, también veremos escenificaciones gatoparduscas de fingir el cambio, para que todo siga igual, pero mejor controlado.
Al igual que la suspensión en los organismos regionales e internacionales es algo automático, que no tiene mayores implicaciones, también la condena públicamente de un golpe es automática. Es de obligado cumplimiento para líderes y organismos decir en público que eso está feo. Ahora bien, se puede condenar un golpe amenazando con la intervención violenta, o se puede condenar con la boca pequeña, como hizo Borrell con el golpe de Gabón, que se mostró comprensivo con los golpistas.
La mejor señal de que un golpe es una escenificación es esa, que los líderes del jardín lo apoyen. Su mano está detrás indudablemente. Otra señal inequívoca de la mano imperialista en los países africanos es el silencio y ocultación absoluta por parte de los medios del jardín, como ocurre con la junta militar criminal que ahora mismo gobierna Guinea Conakry, tras el golpe de estado de uno de sus US-boys, Mamadi Doumbouya, de doble nacionalidad guineana y francesa. Fue entrenado por Francia y Estados Unidos y está casado con una comandante de policía francesa. El golpe de Guinea fue muy sangriento, hubo muchas muertes, pero a Doumbouya no le salpicó ni una gota de sangre, porque durante las horas del violento asalto al palacio presidencial, él no estaba en el combate, sino a buen recaudo en un 4×4 blindado en la entrada de la embajada estadounidense.
Por otro lado, la mejor señal de que un golpe es verdaderamente revolucionario y en defensa de su pueblo, o tiene posibilidades de evolucionar en esa dirección, es que el imperio amenace con intervenir para restaurar su “democracia”, es decir: su dominio.
Por todos los medios Estados Unidos y sus aliados quieren impedir la influencia y el acceso a las materias primas por parte de Rusia, y sobre todo de China, en el continente. También están desesperados por evitar las alianzas de cooperación con el proyecto chino «One Belt, One Road», pero esa corriente ya no la pueden contener, por más violencia que empleen en ello.
No olvidemos una lección muy importante que nos enseñó Gadafi: él advertía en las cumbres de la Unión Africana: «Los israelíes están siempre detrás de todos los conflictos en África». La presencia del Estado sionista es siempre sutil pero muy cierta. Esta presencia, que África sigue rechazando oficialmente, se realiza a través de la cooperación estatal con decenas de empresas de venta de armas y de seguridad privada, cuyo personal son antiguos miembros del ejército israelí. Su personal y sus armas están siempre al servicio de toda contrarrevolución y son eficaces en lo suyo.
Y por último, no olvidemos tampoco que, prácticamente, todos estos golpistas han sido entrenados por el imperio, mediante los múltiples ejercicios de formación que el comando AFRICOM (La OTAN para África) llevan a cabo anualmente en terreno africano, como Flintlock o African Lion, o en Estados Unidos directamente, como el coronel nigerino Abdourahmane Tiani, que recibió formación militar en Washington el curso 2009-2010. También se pueden ver algunas fotos publicadas por AFRICOM de otro de los miembros de la junta militar de Níger, Mohamed Toumba, hablando ante militares estadounidenses y autoridades africanas en la ceremonia de apertura de los ejercicios de formación Flintlock de 2018.
Rusia
Los manifestantes, que celebran esta nueva y más real posibilidad de cambios en su país o en uno hermano, exhiben banderas de Rusia ¿Cómo no iban a hacerlo si están notando los resultados de la presencia del grupo Wagner en sus propias vidas? Wagner combate a los terroristas yihadistas y hasta acaba con ellos en cuestión de meses, mientras que las misiones occidentales se pasan años ocupando sus países, y los terroristas en lugar de debilitarse, están cada vez más fuertes.
El líder depuesto en Níger, Mohamed Bazoum, actuando como fiel defensor de los intereses de Francia y Estados Unidos contra su propio pueblo, tomó la decisión de sacar de la cárcel a todos los yihadistas que cumplían condena por asesinatos, ataques y masacres. Las potencias occidentales no se cansan de decir que están allí para combatir el terrorismo y enseñar a los militares africanos a combatirlo, pero a la vez, su delegado libera a esos mismos terroristas, siempre amparados y protegidos, porque le son útiles al imperio. ¿Qué cara no se les tuvo que quedar a los soldados de Níger al enterarse de esto?
Cuando varios gobiernos africanos han contactado con Wagner para contratar sus servicios en la lucha antiterrorista de verdad, lo han hecho tomando una decisión soberana. Acertada o equivocadamente, han ejercido su soberanía. Envidia nos debiera dar eso aquí, en el jardín de Borrell.
Aquí en el jardín, que creemos que los africanos no saben dónde está Rusia, nunca nos había ofendido tanto la actividad de una compañía de seguridad privada como ahora. Parece que no supiéramos que centenares de compañías mercenarias occidentales y sionistas, ¡que no responden ante nadie! (Wagner responde en lo esencial ante un gobierno, guste o no guste) llevan años actuando en esos países, contratados ¡no por sus gobiernos, sino por los nuestros! Y la lista de abusos e ilegalidades que cometen, tanto las misiones privadas como las públicas, incluidas las de la ONU, es interminable. Quien lo dude, que navegue un poco por Wikileaks.
¿A ver si vamos a ser nosotros, los del jardín de Borrel, los que no sabemos ni dónde tenemos nuestros tra… tropas y dinero público?
La jungla, dando ejemplo al jardín
Quisiera destacar otra apreciación tremendamente esperanzadora: los pueblos africanos y gran parte de sus líderes electos a niveles más locales hacen gala de un internacionalismo ejemplar del que todo el mundo debería aprender.
El organismo delegado de las potencias occidentales en la región, ECOWAS, ha tenido que rebajar su tono amenazante contra Níger porque podría correr el riesgo hasta de desaparecer, como Europa, por defender a su dueño.
Las manifestaciones en apoyo a Níger frente a la amenaza de intervención han sido masivas en toda África y sobre todo en los propios países miembros de ECOWAS. Cuando dos gobiernos vecinos, Malí y Burkina Faso, deciden posicionarse en contra del delegado de la bestia imperial, (no a su lado, como hemos hecho los del jardín de Borrell) sus pueblos salen a celebrar esa decisión de ir a la guerra, como David contra Goliat, dispuestos a dar la vida por la libertad y la dignidad de todos.
Cuando el gobierno de Nigeria, presidente de turno de ECOWAS, se envalentonó dispuesto a cumplir las órdenes de Francia y Estados Unidos de atacar, su propio pueblo salió a la calle en masa contra esa decisión. Su parlamento nacional ¡votó en contra! de esa decisión, obligando al ejecutivo a dar un paso atrás. ECOWAS no se ha atrevido a ir tan abiertamente en contra de gran parte de sus propios miembros, (gobiernos, representantes electos y pueblos), porque de hacerlo, se estaría suicidando, según esta el panorama.
Concluyo confesando que me inquieta un poco ver la quema de banderas francesas y no estadounidenses. No puedo evitar que me venga a la mente una historia de desinformación que conozco bastante bien: la narrativa oficial que se trasmitió al mundo entero sobre la toma del control del África central por parte de Estados Unidos en los años 90.
La puesta en escena de esta historia intoxicadora, ejecutada la perfección por el imperio estadounidense y sus delegados en la región, señaló acusadoramente a Francia con grandes aspavientos, mientras ellos cometían genocidios para tomar el control de la región y nadie miraba. El mundo entero se tragó acríticamente esa intoxicación hasta hoy.
Francia está perdiendo por fin su influencia en sus antiguas colonias del Sahel. Ha sido una asfixiante dominación militar, cultural y económica que debe terminar por completo y cuanto antes, pero para reforzar la soberanía de estos países, no para ceder el paso al control estadounidense. Me quedaría más tranquilo si viera quemar banderas estadounidenses y francesas al mismo tiempo. Aunque tengo que admitir que los tiempos ciertamente han cambiado. Las fuerzas mundiales fluctúan. El imperio se derrumba, los países africanos lo saben y buscan nuevas alianzas, nuevas relaciones internacionales de respeto, en pie de igualdad. Tanto si aciertan como si se equivocan, tienen todo el derecho a hacerlo. Sea como fuere, es imposible estar más equivocado que Europa. Los del «jardín» no están en condiciones de dar lecciones a nadie, sino de aprender de la jungla.
- Rosa Moro (Coordinación de Núcleos Comunistas)