Dicen que fue el poeta, novelista y filósofo español, Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana, quien acuñó la frase: «El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla»; una máxima que parece adquirir una pasmosa actualidad en ee. uu.
Donald Trump acaba de convertirse en el candidato del Partido Republicano, para disputar a Joe Biden la poltrona de la sala oval de la Casa Blanca, en las próximas elecciones presidenciales.
El «borrado de la memoria» parece haber funcionado con suma eficacia en la tierra de Uncle Sam. Apenas cuatro años después, mucha gente olvidó las hazañas de quien estableció récord de falsedades y manipulaciones durante su gobierno.
Una de las más graves fue, sin duda, aquella de que el virus de la COVID-19 estaba «totalmente bajo control». Un año después de la crisis, más de 386 000 estadounidenses habían muerto por la pandemia, cifra que al final llegó al escalofriante saldo de más de un millón de fallecidos.
Evoquemos sus «remedios eficaces» contra el coronavirus, entre ellos inyectar «desinfectante» en los pacientes, para «limpiar los pulmones».
En esa línea de conducta, al estilo de los vendedores ambulantes del Lejano Oeste, prometió durante su pasada campaña que, si era elegido, curaría muchas enfermedades, entre ellas el cáncer y el sida, y enviaría astronautas estadounidenses a Marte.
Pero quizá la más peligrosa de sus mentiras fue asegurarse ganador de las elecciones presidenciales de 2020.
Según Noam Chomsky, Trump es un político habilidoso, un demagogo que ha sabido conectar con los «miedos legítimos» de una parte de la sociedad estadounidense.
El reality show yanqui vende la imagen de un gobernante exitoso, que logró éxitos extraordinarios, cuando en realidad su administración se caracterizó por el fracaso de muchas de sus proyecciones.
En política exterior, se distinguió por las erróneas evaluaciones sobre la realidad venezolana, por las retóricas bélicas contra Irán, las amenazas a México, una guerra económica sin sentido contra China, más la intensificación de la política agresiva contra Cuba.
Por si fuera poco, promovió, como nadie en décadas en ee. uu., políticas antinmigrantes, el racismo, la xenofobia y el sexismo.
Infelizmente, pocos recuerdan los búnkeres construidos para los ricos, para sobrevivir a la pandemia de la COVID-19, mientras colapsaban los hospitales y los pobres eran «conservados» en camiones refrigerados, en espera de un sitio para su entierro.
Es muy sencillo de entender: el gran actor cumple su rol en el gran show, mientras, tras bambalinas, los «dueños del mundo» manejan la trama.
Así, en concordancia absoluta, los grandes medios tradicionales, digitales, las redes sociales y la industria del entretenimiento escamotean la realidad a la gente, con la bien engrasada maquinaria del «Ministerio de la Verdad».
(Diario Granma)