El conocido politólogo estadounidense Francis Fukuyama, en una mesa redonda en la que participó en el Centro de Estudios Públicos de Chile, el 13 de noviembre de 1992, afirmó que él creía que no existían ya «auténticos leninistas».
Explicó que estuvo convencido de eso, hasta que dio una charla ante una audiencia de 300 militantes comunistas «Cuando les dije: De seguro, ustedes no estarán dispuestos a abolir la libertad de expresión, la libertad de religión, la propiedad privada y otros derechos individuales…, ellos respondieron: Sí, estamos dispuestos».
Cabe preguntarse: ¿Con quiénes se reunió realmente Fukuyama? Conquistar la libertad y la justicia para todos ha sido siempre patrimonio de los revolucionarios, en especial de los que han combatido bajo la bandera roja.
La neolingua del imperio, armada de conceptos y expresiones de las que se apropian con desenfado, usurpa nuestros espacios privados, nos acompaña, confunde y seduce.
«Que la discordante prensa capitalista hable de liberty resulta tan exagerado como si una ramera jubilada sirviera de ejemplo de pundonor o un ratero realizara sus labores entonando un himno a la decencia».
¿De qué libertad hablan? ¿La de las grandes transnacionales para saquear los recursos del mundo? ¿La que permite la concentración del 80 % de las riquezas en manos del 1 % de los más poderosos?
Mientras en las grandes bolsas de valores se especula con el valor de los alimentos, cada día, 24 000 personas mueren de hambre en el mundo. De ellas, 18 000 son niños y niñas de entre uno y cuatro años, según datos de ONU.
Aludamos a algunas referencias más del exitoso sistema: en lo que las grandes farmacéuticas y hospitales privados acumulan caudales, unos 4 500 millones de personas no están cubiertas por los servicios de Salud esenciales.
Por otro lado, en cifras absolutas, la oit estima que, la cifra de desempleados llegará a 190,8 millones en 2024.
El capitalismo es responsable de dos grandes guerras mundiales y de miles de conflictos regionales, causantes de cientos de millones de muertes; en su afán por controlar los mercados y repartirse los recursos del mundo, es culpable del agotamiento del planeta y de la destrucción de la naturaleza.
De su seno nació el fascismo, el supremacismo, el sionismo, el colonialismo y su legado de esclavitud y saqueo. Son hijos pródigos de la libertad concebida como derecho de unos pocos, en nombre de la riqueza, de la superioridad racial y de la fuerza bruta.
(Diario Granma)