Pasan los días, las semanas y el gobierno autodenominado «progresista» ni rompe relaciones diplomáticas con Israel, ni cita al embajador, ni llama a boicotear productos de sus empresas, ni nada de nada, pese al genocidio del sionismo al pueblo palestino.
No hay noticias de que la dupla PSOE y Sumar vayan a hacer algo al respecto, ni sus aliados (ERC, BILDU o BNG) vayan a exigirle que tome decisiones para poder continuar apoyando al ejecutivo. Siempre hay unos dineros o unas prebendas a transferir desde Madrid que enloquece a los aliados de Sánchez y les hace bailar al ritmo de Ferraz.
La declaración de que el «conflicto» (así lo llaman) se resuelve con la existencia de dos estados es, en sí mismo, una afrenta a Palestina. Tras ser robada del territorio durante años y masacrado su pueblo, el pragmatismo europeo (Felipe VI también se apunta a la idea, faltaría más) habla de que Palestina ceda y reconozca que la invasión de Israel desde hace 80 años es irreversible, y por tanto toca aceptar.
Esta misma tropa se presenta a las elecciones (por ejemplo en Galicia el próximo domingo) pidiendo el voto «progresista y joven». Los muertos palestinos y sus culpables (el sionismo y los silencios de los gobiernos) se obvian.
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