Este sábado 7 de septiembre será recordado porque en el Comité Federal de los socialistas, el máximo órgano de dirección del partido, Sánchez salió a respaldar a los líderes de la extrema derecha venezolana. Dijo que «Líderes como Edmundo González prosiguió, un héroe a quien España no va a abandonar», apuntó en alusión al personaje que, como Guaidó antes, se reivindica como presidente por haber ganado las elecciones, dice, y la extrema derecha aplaude y celebra.
La portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, ya condenó el martes pasado «cualquier intento de cercenar» los derechos fundamentales de todos los venezolanos, incluidos los líderes de la oposición, al referirse a la orden de detención dictada por la justicia contra González, candidato en los comicios presidenciales del 28 de julio pasado.
Edmundo, Edmundo…
El 24 de noviembre de 1976 ingresó como funcionario en la embajada de Caracas en Washington y “ahí fue captado por la CIA”, y luego es trasladado a la sede diplomática de Venezuela como ministro consejero en El Salvador, donde se le vincula con sucesos criminales de la época.
La misiva enviada al dirigente político por la identificada como embajadora colombiana María Catalina Restrepo, indicó que González, bajo el mando del entonces embajador venezolano en San Salvador Leopoldo Castillo, “desataron los infames escuadrones de la muerte”.
Restrepo calificó los reportes de aquellos días escalofriantes, que iban “desde masacres de civiles inocentes, hasta la persecución, asesinato de maestros y líderes comunitarios”.
Además de “los ataques despiadados contra religiosos y niños”, apuntó el documento. El tal Edmundo estuvo trabajando en el país centroamericano entre 1976 y 1984, y se le acusa de participar en una operación dirigida por la CIA conocida como Centauro, encaminada a asesinar a religiosos relacionados con la teología de la liberación.
“Edmundo estaba supremamente comprometido con estas atrocidades, siendo parte activa del financiamiento y la logística de estos actos brutales”, subrayó la carta.