A veinte millas náuticas de las costa de Gaza existen reservas de gas suficientes para cubrir las necesidades de Palestina durante décadas y destinar una parte importante a la exportación. En Gaza, donde Israel se reía del resto del mundo dejando pasar dos camiones diarios de combustible1 para abastecer a 2,3 millones de personas tras 45 días de bombardeos, Un sueño de autosuficiencia y prosperidad al alcance de la mano de la población palestina, si no fuese porque Israel lo lleva impidiendo desde hace veinte años.
Mientras el gas de Gaza sigue sumergido bajo el mar, el pasado 29 de octubre, el ministro de Energía de Israel, Yisrael Katz, anunciaba la adjudicación de nuevas licencias de exploración gasística en la zona a seis petroleras2. Entre ellas la inglesa BP (British Petroleum) y la italiana ENI. Hasta ese momento, más de 8.000 personas palestinas, entre ellas 3.600 niñas y niños habían sido asesinadas.
Estas dos empresas se unen a lo que lleva tiempo haciendo la estadounidense Chevron: sostener al Estado de Israel. Las concesiones se ubican al Este del mar Mediterráneo en la zona de dos enormes yacimientos llamados Leviatán y Tamar, que satisfacen las necesidades energéticas de Israel y, gracias a las exportaciones, le suponen una gran fuente de financiación y de influencia económica y política sobre otros Estados.
Mientras Gaza era arrasada y sometida a crímenes de guerra y de lesa humanidad, con el bombardeo constante y el corte completo de los suministros (de luz, agua y combustibles), el ministro de Energía israelí declaraba que BP y ENI habían comprometido “inversiones sin precedentes” en la exploración de gas natural. Combustibles fósiles, capital y guerra, la combinación tantas veces repetida.
Primeros descubrimientos de gas en la zona
En el año 2000, Yasser Arafat anuncióel descubrimiento de los primeros yacimientos en la zona, justo frente a las costas de Gaza que se llamaron Gaza Marine. Este área, la cuenca del Levante Mediterráneo, contiene una de las reservas de gas en aguas marinas más grande del mundo, suficiente para abastecer a cien millones de personas durante más de dos décadas.
Aguas territoriales, yacimientos de gas y gasoductos hasta plantas de procesamiento. Fuente: Naciones Unidas y elaboración propia. Sin embargo, como destaca el informe de Naciones Unidas “Los costes económicos de la ocupación israelí para el pueblo palestino: El potencial no realizado de petróleo y gas natural”3, estas enormes reservas energéticas no coinciden con las fronteras políticas de la región.
Estos yacimientos comprenden Palestina e Israel principalmente, y en menor medida parte de Líbano y Egipto. El informe apunta que al tratarse de un sistema subterráneo interconectado, dichas reservas deberían ser consideradas recursos compartidos, señalando que “aquello que explota una de las partes disminuye la cuota de sus vecinos”. Y concluye que deberían explotarse de forma conjunta, pero en base a una fórmula justa de reparto, “debiendo tener los palestinos una participación mayoritaria, no solo en los yacimientos ubicados exclusivamente bajo su subsuelo sino en la parte de las reservas compartidas”. Nada más lejos de lo que ha sucedido en realidad.
A la vez que Palestina, Israel comenzó a realizar sus propias exploraciones de la mano de una petrolera estadounidense con sede en Texas, Noble Energy. Entre 2009 y 2010 se fue confirmando la existencia de grandes reservas de gas en un yacimiento denominado Tamar.
El proyecto requería de 3.000 millones de dólares para su desarrollo, que fueron aportados por bancos como JP Morgan y Citigroup de EE UU, o Barclays y HSBC de Reino Unido, entre otros. En 2012, Noble Energy y sus socios en Tamar firmaron un contrato para suministrar gas a Israel por 14.000 millones de dólares durante quince años, ampliable hasta los 23.000 millones. Posteriormente, firmaron otro contrato más por 32.000 millones de dólares. Esto supuso una transformación radical en el plano energético para Israel, que hasta ese momento dependía de las importaciones de gas y carbón de otros países. Importaba un 70% de sus necesidades de gas natural, de las cuales el 40% lo compraba a Egipto.
En 2018, el yacimiento ya proporcionaba un 60% de la electricidad que consumía Israel. En 2020, la estadounidense Chevron se quedó con un 30% del proyecto al comprar Noble Energy.
Aunque los yacimientos se encuentran mar adentro, la plataforma de procesamiento de Tamar está frente a la costa, a tan solo diez kilómetros al Norte de Gaza. Por este motivo, tras los ataques de Hamás del pasado 7 de octubre Chevron tuvo que detener la producción4.
Tras el yacimiento de Tamar llegó otro descubrimiento mucho mayor: Leviatán, cuyas instalaciones comenzaron a construirse en 2017, tras comprobarse que tenía reservas de gas suficientes para satisfacer el consumo de Israel durante 40 años. En 2020 inició su producción5, dando el vuelco definitivo al panorama energético de la región: Israel pasó de ser una isla energética totalmente dependiente del exterior a ser un exportador neto.
Las exportaciones se dirigen principalmente a Egipto y Jordania, de ahí la posición de fuerza de Israel sobre sus vecinos, que justifica en gran medida la inacción de estos ante el drama actual. En junio de 2022, Ursula von der Leyen firmó un acuerdo para importar gas de Israel6, como alternativa al suministro de gas ruso. El transporte se realizaría por el mismo gasoducto submarino frente a Gaza por el que se suministra a Egipto, donde se transformaría en gas natural licuado (GNL) y de ahí sería transportado en buques a Europa. Aparte de los ingresos, supondría reforzar las relaciones de Israel con una UE cada vez más ávida de gas. Los intereses energéticos han dado una capacidad de presión adicional a Israel sobre algunos de sus socios.
Precisamente en este momento en el que Israel está provocando “la mayor catástrofe humanitaria en toda la historia de la ONU” —en palabras del propio organismo— , las instituciones de la UE muestran su faceta más inhumana. El pasado 28 de noviembre, la Comisión Europea publicó una nueva lista de proyectos de interés común o mutuo europeos relativos a infraestructuras energéticas transeuropeas, en la cual se ha incluido el gasoducto EastMed.
Este proyecto, de nombre oficial EuroAsia Interconnector, pretende, con parte de dinero público, conectar la ciudad israelí de Hadera, a 106 kilómetros al norte de Gaza con Grecia, a través de Chipre. El gasoducto será alimentado por los yacimientos de Chipre, el yacimiento Leviatán de Israel y, posiblemente, por los yacimientos Gaza Marine.
En 2022, la UE firmó un acuerdo para importar gas de Israel, como alternativa al suministro de gas ruso.
De esta manera, la UE demuestra no tener la más mínima consideración por el respeto a los derechos humanos en sus proyectos estratégicos cuando se trata de asegurarse el suministro de energía. Tampoco parece importarle la emergencia climática puesto que se trata de una infraestructura faraónica que comprometerá durante décadas la extracción y consumo de combustibles fósiles —a la par que contribuirá a la financiación del militarizado estado de Israel— .
La esperanza frustrada de Gaza Marine
Mientras, Gaza Marine ha seguido con todo su potencial sumergido bajo las aguas frente a las costas de un territorio que en este momento no tiene acceso a ningún tipo de combustible, y cuando lo han tenido durante los últimos quince años ha sido bajo un estricto racionamiento a discrecionalidad de los diferentes gobiernos de Israel.
Aunque hubo intentos de cooperar entre Palestina e Israel con la operación “plomo fundido”7, lanzada por Israel en 2008, las negociaciones se rompieron definitivamente e Israel tomó el control efectivo de las aguas jurisdiccionales de Palestina. ¿El resultado? La militarización de la costa y la confiscación de los yacimientos de Gaza Marine, contraviniendo la legislación internacional.
Transcurridos veintitrés años desde su descubrimiento, Gaza ha sido privada por completo de sus propios recursos energéticos, lo que unido al bloqueo ilegal de suministros y personas iniciado en 2007, ha sometido a la población a un estado de miseria y necesidad insoportables.
Naciones Unidas ha realizado estimaciones de lo que ha dejado de percibir el pueblo palestino por los recursos que Israel le ha impedido disfrutar. Además del gas de Gaza, en los territorios ocupados de Cisjordania se encuentra un yacimiento de petróleo, Meged, que se estima que contiene reservas de unos 1.500 millones de barriles. A precios actuales su valor supera los 120.000 millones. El campo es explotado por Israel desde hace años, sin ningún tipo de compensación a Palestina, contraviniendo la legislación internacional puesto que el 80% se ubica en territorio palestino. Y no es solo la energía: recursos como el agua o las tierras de cultivo son objeto de un expolio similar. Las prácticas de Israel son una enseñanza del peor camino que un Estado puede tomar para gestionar un reparto justo de los recursos en un planeta finito. Enfrentar esta situación es imprescindible por humanidad, moralidad, legalidad y para evitar que este modelo sea el que se extienda. Si se deja actuar a un Estado así, será mucho más difícil impedir que otros lo hagan.
- https://www.infobae.com/america/agencias/2023/11/17/israel-permite-entrada-diaria-de-dos-camiones-de-combustible-en-gaza-para-aliviar-presion/
- https://www.reuters.com/business/energy/israel-awards-gas-exploration-licences-eni-bp-four-others-2023-10-29/
- UNCTAD (2019). The Economic Costs of the Israeli Occupation for the Palestinian People: The Unrealized Oil and Natural Gas Potential. Disponible en: https://unctad.org/system/files/official-document/gdsapp2019d1_en.pdf
- https://www.reuters.com/business/energy/chevron-halts-gas-exports-via-emg-pipeline-israel-egypt-2023-10-10
- https://www.spglobal.com/commodityinsights/en/market-insights/latest-news/natural-gas/123119-gas-production-starts-from-israels-giant-leviathan-field-delek
- https://twitter.com/vonderleyen/status/1536984358619435008?s=20
- https://es.wikipedia.org/wiki/Conflicto_de_la_Franja_de_Gaza_de_2008-2009
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