No es nada nuevo. Cuba revolucionaria no ha tenido ni un solo segundo de tregua por parte de los diferentes (aunque iguales) inquilinos de la Casa Blanca. El motivo de sus furibundos ataques (fundamentalmente en forma de bloqueo o guerra económica) siempre ha sido el mismo: borrar el ejemplo que, sin pretenderlo, Cuba representa para los pueblos sojuzgados del mundo.
Muy tempranamente (el 20 de marzo de 1960), nuestro querido Guerrillero Heroico, Ernesto Che Guevara, lo expresó de esta manera: “Cuba sí exporta […] el ejemplo de un pequeño pueblo que desafía las leyes de una falsa ciencia llamada `geopolítica´, y en las mismas fauces del monstruo que llamara Martí, se permite lanzar sus gritos de libertad. Ese es el crimen y ese es el ejemplo que temen los imperialistas, los colonialistas norteamericanos […]”.
Tras el derrumbe de la URSS, Cuba, que más del 80% del intercambio comercial lo tenía con los países del CAME, sufrió la caída económica por debajo del 35%. Esto provocó muchos y graves problemas, como los apagones diarios; el suministro eléctrico quedó seriamente dañado, fundamentalmente por falta de combustible. Sucedió durante buena parte del llamado Período Especial.
Derrumbada la URSS, dicho período fue superado con Cuba enarbolando, sola, la bandera del socialismo (la mano amiga de Hugo Chávez no llegó hasta 1999). La economía cubana creció y este importante detalle, tratándose de un país socialista (un sistema diseñado para procurar el bienestar de todos los habitantes, no el de unos pocos como sucede con el capitalismo) se sintió muy positivamente en el día a día la población.
Pero el gobierno imperialista yanqui no se resignó, y continuó enviando su huracanado odio de clase a la Revolución que les mandó a parar el primero de enero de 1959, expulsándolos de lo que habían convertido en su patio trasero.
Con Venezuela Bolivariana altamente sancionada por el imperio, Donald Trump añadió más de 250 medidas al ya despiadado bloqueo y volvió a incluir a Cuba en la espuria lista de países patrocinadores del terrorismo (¡cuánto cinismo!), con el enorme perjuicio económico que esto supone. Joe Biden mantiene el inhumano castigo.
Llegó la pandemia de la Covid-19 y sacudió al mundo. Con la actividad económica más importante de Cuba (el turismo) paralizada durante largo tiempo, los inquilinos de la Casa Blanca, lejos de aflojar sus garras en el cuello de la Isla, las apretaron con más odio contrarrevolucionario todavía.
Aunque lentamente, Cuba ha ido mejorando en los últimos tiempos, pero no lo suficiente para evitar que su sistema electroenergético colapsara hace unos días, lo que provocó un apagón en todo el territorio nacional. Con mucho esfuerzo, el grave problema se está subsanando.
Como cabía esperar, este hecho ha dado la vuelta al mundo. Los medios lacayos del capital lo han difundido a los cuatro vientos. Y lo han hecho como también cabía esperar: presentándolo como la consecuencia natural de un “Estado fallido”. Nunca, por supuesto, señalando el motivo real: la despiada guerra económica que, de manera total, Estados Unidos aplica al pueblo de Cuba desde el 3 de febrero de 1962.
Cuba no tiene grandes recursos naturales, aunque sí humanos. Si el gobierno imperialista yanqui la quiere apagar es porque, con luz propia, su ejemplo ilumina al mundo y deslumbra a sus parásitos verdugos.
Pero sepan que en la Isla de Martí y de Fidel no se rinde nadie, porque, mayoritariamente, su pueblo es de ¡Patria o Muerte! ¡Venceremos!
(Baraguá / @maceobaragua)
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