La película, dirigida por Jesús Díaz en 1981, trata de cuando, tras el triunfo de la Revolución Cubana, el gobierno nacionalizó la industria niquelera. El gobierno yanqui, propietario de la planta de Nicaro (Holguín) hasta entonces, procuró que los cubanos no pudieran ponerla en marcha en su ausencia. Para eso se llevaron todos los planos y trataron de no dejar mano de obra especializada. Pero un ingeniero no accedió a su compra y se quedó en Cuba.
En la película tiene otro nombre, pero se trata de Demetrio Presilla López. Y el comandante que estuvo pendiente del proceso de su puesta en marcha fue el por aquel entonces ministro de Industrias, el Guerrillero Heroico Ernesto Che Guevara.
Por cuestiones varias, la planta de Niquel de Nicaro (Holguín) “Comandante René Ramos Latour” hoy en día está cerrada, pero se mantienen abiertas en Moa (también provincia de Holguín) la “Comandante Ernesto Che Guevara” y la “Comandante Pedro Soto Alba, esta en condición de mixta con Moa Nickel S.A.
El texto que facilito a continuación es un fragmento del libro de mi autoría “Historias pequeñas de una Isla grande”, publicado en 2007. Como es lógico, el paso del tiempo recomienda que se le haga algún cambio. Pero, como en esencia o en lo principal continúa siendo lo mismo, lo dejo tal cual. Sólo les alerto para que lo tengan en cuanta.
Lamento no haber conocido antes
este valeroso pueblo de Nicaro
-Ernesto Che Guevara, 20 de enero de 1961-
Los conquistadores españoles buscaban oro en Cuba. Por eso, cuando las tres carabelas navegaban por la holguinera zona de Moa –así lo registró en su diario Cristóbal Colón el 25 de noviembre de 1492- y avistaron piedras de “color de hierro”, al descubrimiento ferroso apenas le dieron importancia.
Tuvieron que pasar más de cuatro siglos para que el otro “conquistador” –Estados Unidos- comenzara a explotar cuanto recurso poseyera la Isla. Empezaron, lógicamente, con lo que más a mano tenían. Años después, conocido el invento del profesor holandés Hendrikus Caron, cuyo método de lixiviación carbonato amoniacal de los minerales lateríticos previamente reducidos permitía procesar el mineral, los estadounidenses se volcaron en la creación y desarrollo de la industria niquelera.
Iniciada su construcción en marzo de 1942 y ubicada en una península alargada, a la cual llamaban Lengua de Pájaro –hoy Nicaro-, la primera producción de la fábrica de níquel se logró el 29 de diciembre de 1943. Esta fábrica, que contó con la inversión yanqui de 40 millones de dólares, tuvo gran importancia para la industria bélica desarrollada por éstos durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Cubiertas sus urgentes necesidades, el 31 de marzo de 1947 se cerró la planta, cesando sus operaciones y despidiendo a los casi 2.000 trabajadores que en ella laboraban; dejando tan sólo, como encargados del mantenimiento, a 95 de ellos. Fue la intervención norteamericana en la guerra de Corea, tras su estallido el 15 de junio 1950, la que propició su reapertura. Para rehabilitar y ampliar las instalaciones de la industria niquelera, en esta ocasión los estadounidenses concedieron 36 millones de dólares. De modo que, como se puede observar, la fábrica nicarense de níquel surgió en estas dos primeras etapas como respuesta a las necesidades de diferentes proyectos de guerra norteamericanos.
La fecha oficial del reinicio de las operaciones industriales fue la del primero de febrero de 1952. Y si en la primera etapa –tres años y tres meses de funcionamiento- se produjeron 28 toneladas de óxido de níquel más cobalto, en la segunda –entre 1951 y 1956- se alcanzó algo más del doble.
Para extraer y procesar el mineral de las Minas de Ocujal –agotadas éstas y las de Martí, en la actualidad se extrae de Pinares-, en esta segunda etapa, Estados Unidos contó con la anuencia del entreguista gobierno de Fulgencio Batista, quien ya había gobernado entre 1940 y 1944 y cuya segunda llegada al poder se produjo el 10 de marzo de 1952, mediante un golpe de Estado preparado y apoyado por la CIA.
El presidente derrocado fue el corrupto, reaccionario y fiel servidor de los intereses norteamericanos Carlos Prío Socarrás y, probablemente, un exceso de avara ambición escenificada en la fábrica de Nicaro tuvo mucho que ver con su derrocamiento.
Cuando el gobierno yanqui hubo decidido la reapertura de la fábrica, se convocó a subasta pública atrayendo el interés de numerosos consorcios minero-metalúrgicos nacionales y extranjeros.
Entre las empresas interesadas en el negocio –la cursiva es de Oscar Pino Santos- se hallaban la American Smelting & Refining Co., en sociedad con la Freeport Sulphur Co. Tenían el respaldo de los más poderosos grupos financieros de Wall Street (Rockefeller, Morgan, National City Bank, familia Guggenheim, y otros), de manera que todo el mundo esperaba que ganaran la subasta. Pero se produjo una general sorpresa: fue la modesta, poco conocida y foránea compañía holandesa Billiton a la que se le concedió el contrato. ¿Qué había ocurrido?
El gobierno de Carlos Prío le había hecho saber al norteamericano que la empresa a la que se otorgara la concesión de la Nicaro debía aceptar como condición “sine qua non” la participación de un 20 por ciento de capital cubano (entiéndase: no del Estado y por tanto la nación, sino de Carlos Prío y Cía).
La American Smelting & Refining Co. rechazó el chantaje argumentando que el negocio lo tenía previsto en condiciones fifty-fifty con la Freepot, que ninguna “participación cubana” había entrado en sus cálculos y que el aceptar esta además sentaba un inadmisible precedente para las inversiones estadounidenses en Cuba.
Poco después, el director de la General Service Administration –quien decidió el caso a nombre del gobierno de los Estados Unidos- explicó por qué la empresa holandesa se llevó el gato al agua.
“Mr. Larson dio una razón más, aparte de las otras cinco que había expuesto a los perdedores del contrato: la Billiton estaba dispuesta a aceptar en la empresa capital cubano y esta pareció ser una razón sustancial… El presidente Prío le había hecho saber al presidente Truman que quería una participación cubana en cualquier negociación que se hiciese con la Nicaro Nickel Co”.
Pero la historia no termina ahí. Unos meses más tarde, en un “segundo round” como se dijo entonces, la Billiton abandonó súbitamente el proyecto que, desde luego, pasó a manos de los Rockefeller y sus otros grupos financieros aliados. Pero ahora la explotación empresarial del níquel cubano adquirió una estructura complicada, en la cual, según versiones, Prío y su gente [no el Estado cubano] lograron obtener no ya el 20 sino el 40 por ciento de participación en parte del negocio. Este último un tema que sólo investigaciones posteriores podrán determinar. En lo que sí no cabe dudas es que las relaciones entre Prío y el todopoderoso clan financiero de los Rockefeller debieron ponerse muy tensas durante estos incidentes. Tanto, quizá, como para haberles hecho pensar a estos últimos en la necesidad de eliminar a Prío del escenario político cubano. Y no ya sólo por motivos de rencor (confabulación priista con la Billiton contra la American Smelting & Refining Co. y la Freeport), sino, sobre todo, como medida preventiva; pues si Prío y sus cómplices habían sido capaces de exigir con éxito una participación en el negocio niquelero, ¿quién podía asegurar que no intentaría repetir la experiencia con los demás negocios yanquis establecidos o por establecer en la Isla?
Años después, tras el triunfo revolucionario de 1959 y ya sin la participación yanqui, la fábrica de Nicaro se debatió en la solución de muy complejos problemas, fundamentalmente de repuestos y aseguramiento de materiales diversos muy importantes para seguir adelante con su funcionamiento.
Así mismo, la fábrica de níquel de Moa, construida con la más alta tecnología por los estadounidenses y que apenas había comenzado su andadura, fue cerrada por ellos mismos convencidos, estos, de que los cubanos nunca conseguirían ponerla en marcha.
Para tratar de lograr su miserable propósito, sacaron del país prácticamente toda la documentación tecnológica existente y reclutaron a la casi totalidad de los técnicos cubanos que allí laboraban. Uno de los pocos técnicos superiores de esta rama económica que quedaron en el Este de Holguín y, en realidad, en todo el país fue el ingeniero graduado de químico Demetrio Presilla López.
Natural de Mayarí –falleció el 3 de marzo de 2006-, expresó estar capacitado para poner en funcionamiento la fábrica recién construida en Moa.
Conocida la existencia del talentoso ingeniero por parte del comandante Ernesto Che Guevara, animador del renacer revolucionario de esta industria y quien visitó en varias ocasiones las citadas fábricas, así como las minas de donde el mineral era extraído, le encomendó personalmente a Presilla –dada su importancia para la economía del país- la tarea de intentar sacar adelante ambas empresas; complicada misión que, no sin esfuerzo y grandes dificultades, llevó a cabo con éxito apoyado por sus entusiastas compañeros.
Hoy, superados aquellos complicados años, así como las principales adversidades con que el período especial nos hubo castigado, la producción niquelera resulta bastante satisfactoria. En el 2004 se produjeron 70.000 TM de níquel, y se espera que en el 2005 se alcancen las 77.000 TM, manteniéndose precios favorables.
En mayor o menor medida, a Ernesto Che Guevara le conoce todo el mundo. Quienes en Nicaro tuvieron el placer de conocerle personalmente, dicen que, cuando visitaba esta población, en vez de acudir a la Casa de Visitas, siempre almorzaba en el comedor obrero con los trabajadores de la fábrica, guardando la cola con su bandeja, además, como cualquiera de ellos.
Del comandante René Ramos Latour –su nombre clandestino era Daniel-, decirle a los lectores no cubanos que trabajó en las minas, y, junto a Rafael Orejón Forment, fue fundador del Movimiento Revolucionario 26 de Julio en Nicaro y Mayarí; dirigiendo esa región con influencia directa en Banes, Sagua de Tánamo y Cayo Mambí, abarcando también Cueto y Antilla.
Al producirse el vil asesinato de su compañero Rafael Orejón –el 23 de diciembre de 1956-, logró huir de la persecución de los cuerpos represivos y, dirigiéndose a Santiago de Cuba, continuó trabajando incansablemente junto a Frank País. Caído este último, “Daniel” fue Jefe Nacional de Acción del M-26-7 y, más tarde, fundador y jefe de la Columna 9 “José Tey”.
Cayó en el combate de El Jobal, Sierra Maestra, el 30 de Julio de 1958, y, desde el 25 de octubre de 1960 –fecha en que el Gobierno Revolucionario nacionalizó la industria de Nicaro-, en su memoria lleva el nombre la fábrica.
En cuanto a la otra persona a la cual también va dedicado el poema “Transporte obrero” –a Ariel Aguilera me refiero-, comentar que, reconocido e incansable trabajador de la René Ramos Latour, contaba en el momento de su fallecimiento con 30 años de militancia comunista, siendo participante activo en diferentes facetas del proceso revolucionario y vanguardia en el trabajo, además, en numerosas ocasiones. Durante la invasión mercenaria de Playa Girón estuvo movilizado en Pinar del Río, provincia comandada por el Che.
El 29 de diciembre del 2003 se celebró en Nicaro el 60 aniversario de la fábrica de esta localidad, pionera del níquel cubano, donde, con la presencia de destacados dirigentes revolucionarios y ante el numerosísimo público que asistió al acto, fue leída una calurosa felicitación enviada por el compañero Raúl Castro a los trabajadores de dicha empresa. Esta actividad, que también contó con la presencia de Presilla y 41 fundadores de la industria nicarense, fue precedida por otras festivas, en las cuales pudo participar todo el pueblo.



(Baraguá / @maceobaragua)