Por las venas de los gobernantes españoles sigue corriendo colonialismo a raudales
¿Desprenderse de las naciones que hacen de su Estado una Grande y Libre? Ni hablar. Los gobernantes españoles y gran parte de la “oposición” no han cambiado un ápice su mentalidad colonialista, por el contrario, son tan fieles discípulos de sus antepasados que los sobrepasan.
No sólo tratan de amordazar y maniatar a las naciones anexionadas con la soga de su “democracia” —entiéndase Catalunya, Euskal Herría, Galiza, Canarias…—, sino que además pretenden hacer lo mismo con ex colonias de allende los mares.
No hay más que ver cómo a día de hoy todavía se arrogan el derecho de exigir al Gobierno Bolivariano de Venezuela, que fue colonia española entre 1600 y 1810, cómo deben hacer las cosas. Por supuesto que sus “recomendaciones” siempre favorecen a las élites en detrimento del pueblo.
No hay más que ver, también, cómo meten sus narices en Cuba socialista siempre que pueden. Una nación que, sintiéndola ya perdida ante el imparable empuje de los cubanos y las cubanas en la Guerra Necesaria (1895-1898), prefirieron entregársela a los yanquis antes que devolvérsela a sus dueños naturales, tras 406 años de saqueadora y brutal ocupación. Estos sólo son dos ejemplos de los muchos que existen.
Hoy hace 531 años, el 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón arribó a tierras americanas. Lo hizo por la pequeña isla bahamense de Guanahaní, para llegar cinco días después, el 27, a la isla de Cuba. Las perversas intenciones de los “descubridores” para con las tierras descubiertas y sus pobladores quedaron muy pronto esclarecidas: la mencionada isla que los indios llamaban Cuba fue “bautizada” por Colón con el nombre de Juana, en homenaje al príncipe hijo de los Reyes Católicos; una pequeña anécdota, pero harto significativa, sin embargo.
Este hecho, que en Europa —fundamentalmente en el Estado español— se empeñaron en llamarlo “descubrimiento” y ahora, para atenuar un poco la pena impuesta por la historia, lo llaman “encuentro” de dos culturas, no fue sino el inicio del exterminio de millones de personas y la colonización, para su saqueo, del vasto continente americano.
Hubo vencedores y vencidos; de modo que de “encuentro” de dos culturas, nada de nada. Vencedores fueron obviamente los europeos —no sólo los españoles, porque también otros países se beneficiaron del “encuentro”—, y vencidos los dueños naturales de aquellas tierras que, insisto, fueron salvajemente diezmados y desposeídos de sus inmensas riquezas —del oro y la plata, por ejemplo—. Aquellas riquezas contribuyeron de manera importante a la acumulación originaria del capital. Y es que, como dijera Karl Marx, el capital vino al mundo chorreando sangre y lodo desde la cabeza hasta los pies, por todos los poros.
Esto es algo que no se puede obviar —y muchos lo hacen— para entender la gran diferencia existente entre el llamado Primer Mundo y el Segundo.
Hoy es 12 de octubre y, como cada año, lo más granado de la reacción española se reunirá en el madrileño Paseo de la Castellana. Aquí, henchidos de cinismo y desvergüenza, celebrarán el Día de la Hispanidad, que no es otra cosa que la repugnante celebración de una conquista que todavía perdura.
No cabe la menor duda, por las venas de los gobernantes españoles y muchos de sus “opositores” sigue corriendo colonialismo a raudales. Esa es la sangre que bombea sus insensibles corazones.
(Baraguá / @maceobaraguá)