Al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, le ha tocado muy duro últimamente. Primero, el presidente argentino Javier Milei insulta a su esposa, Begoña Gómez, y luego el Milei ucraniano, Vladímir Zelensky llega a España para exigirle más armas y plata.
El progresismo europeo desde su acostumbrada disonancia cognitiva sigue repitiendo las frases en las que no cree y siempre tan obediente a la ley del más fuerte, cumple con los procedimientos protocolares.
Como se sabe, el presidente del Gobierno de España es también el secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), es decir, un representante por excelencia de las «izquierdas» europeas reformateadas, mantenidas en el poder por las corporaciones para justificar, financiar y armar a los gobiernos neonazis.
No creo que Pedro Sánchez realmente sea un gran admirador del régimen de Zelensky, pero al igual que su colega ucraniano, como político, él es demasiado poca cosa como para confrontar las órdenes de los poderosos, que sacan y ponen a la gran mayoría de los gobiernos de este mundo.
En la memoria mundial del siglo pasado, España siempre será relacionada con la épica lucha entre la República y el franquismo por las mejores letras de la época, como ‘Por quién doblan las campanas’ de Hemingway, ‘España en el corazón’ de Neruda, ‘España, aparta de mí este cáliz’ de Vallejo y tantos otros. El ‘Guernica’ de Picasso se convirtió en un símbolo mundial del horror que son las guerras.
En la Guerra Civil española, incluso antes de la Segunda Guerra Mundial, el mundo se dividió en dos: la humanidad y el fascismo. En la actual guerra en Ucrania, el mundo sigue tan dividido como en los tiempos de la República española.
Solo que los medios que están en manos de lo que representa el lado contrario de la humanidad, son mil veces más poderosos, confunden, tergiversan y ponen patas arriba las trágicas noticias del mundo.
Mucho antes de la actual visita de Zelensky a Madrid, en abril del 2022, él se dirigió de forma remota al Congreso de los Diputados, hablando justamente del horror de Guernica: «Estamos en abril de 2022, pero parece que estamos en abril de 1937, en Guernica», dijo entonces el presidente ucraniano. Como es sabido, Guernica (oficialmente Gernika-Lumo) es un pueblo vasco, uno de los bastiones de la resistencia republicana, que el 26 de abril de 1937 fue completamente destruido por un bombardeo de la Legión Cóndor de la Alemania nazi, por solicitud de Francisco Franco.
Fue la Gaza de ese entonces. Lo sorprendente en este caso, no es que algunos de los asesores de Zelensky conozcan esta historia, sino el completo descaro con que el régimen de Kiev se pone al mismo lado de las víctimas que sus ídolos políticos masacraron, según le conviene. Y peor aún, es el silencio de la clase política española, por más ignorante que sea, no puede desconocer los motivos y a los autores de la destrucción de Guernica.
Ni el hecho de que el régimen golpista ucraniano desde el 2014 tenía su propio Guernica, que se llama ‘Donbass’. ¿Y es que acaso alguien tiene alguna duda de al lado de quiénes estaría el actual Gobierno ucraniano en los tiempos de la Guerra Civil española?
Cuando el rey Felipe VI (representante de la dinastía de los Borbones, salvada por Francisco Franco de la República), quien recibió este lunes a Zelensky en el aeropuerto, le aseguró que «España trabajará, junto con Ucrania y sus socios internacionales, para que Rusia responda por todos los crímenes cometidos», el cuasipresidente ucraniano, con el mandato expirado hace solo unos días, que fue a España a mendigar más armas y más plata, seguramente también se sintió un poco rey.
La «ayuda militar» por más de 1.000 millones de euros en el 2024 y 5.000 millones hasta el 2027, que dio esta vez a Zelenski el ‘gobierno socialista’ de Pedro Sánchez, supera bastante los montos anteriores.
Según los datos del Instituto para la Economía Mundial de Kiel (Alemania), a partir del 24 de febrero de 2022 hasta ahora, España había comprometido unos 330 millones de euros de ayuda militar a Kiev. La mayor parte de las armas que se enviarán al Ejército ucraniano serían fabricadas por la propia industria española.
La «ayuda a Ucrania» no es otra cosa que la complicidad con la masacre incentivada por la OTAN. Aparte de eso, es un gran negocio para las élites europeas y ucranianas, que, con la acostumbrada flexibilidad de sus mil maneras de repartir las coimas y las comisiones, por suerte reducirán el monto final para la guerra.
Como lo suelen hacer también los organismos humanitarios internacionales que recortan los dineros destinados para la lucha contra el hambre y la pobreza, para usarlos en los excelentes sueldos, hoteles de lujo, pasajes en primera clase y viáticos de sus funcionarios.
Más allá de todas las negras ironías que amerita el caso, es muy triste que la gran mayoría de fuerzas políticas españolas y europeas, que se autodenominan «progresistas» o «de izquierda», se dejaran arrastrar por el corral del poder globalista y sean utilizadas para defender sus proyectos, como el de Ucrania.
Si la actual tragedia del pueblo ucraniano, por culpa del apoyo de su régimen colonial y criminal no termina en Ucrania, cuando los ucranianos se acaben, la misma guerra se expandirá en Europa: primero hasta el último polaco y después hasta el último español.
Y los principales responsables serán los «gobiernos democráticos» europeos, que no solo perdieron cualquier resto de independencia, sino de vergüenza, como el ‘gobierno socialista’ español que les permite a los nazis ucranianos mofarse de las víctimas de Guernica.
Porque como dicen las palabras del poeta inglés John Donne, que son el epígrafe de ‘Por quién doblan las campanas’, una novela escrita desde la sangre y el fuego de la Guerra Civil española: «Ningún hombre es una isla, completo en sí mismo (…) La muerte de cualquier hombre me disminuye, estoy ligado a la humanidad. Por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas: están doblando por ti.
(Observatorio Crisis)