«El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en este claroscuro surgen los monstruos» (Antonio Gramsci)
La victoria de Javier Milei en las primarias argentinas ha causado impacto. A diferencia de otros líderes nacional-populistas, este personaje no engaña ni hace falsas promesas para seducir a su electorado. Muy al contrario, declara abiertamente que va a eliminar todas las conquistas sociales de la clase trabajadora, que va a aplicar un plan de ajuste y recorte más duros que los del propio FMI. Y, sin embargo, va en cabeza.
Si los gobiernos de la K. fueron excesivamente moderados, aunque siempre con cierto impulso (que les venía de sus bases) de oposición a los dictados de EE UU, sus sucesores sencillamente han defraudado. No solo no han tomado medidas sociales de calado para paliar la crisis económica y la inflación, sino que ni siquiera han apostado resueltamente por la integración regional de América Latina. Han sido tibios en todo, y así hemos llegado a la situación actual.
Javier Milei despliega un elenco de ideas sencillamente demenciales. Cuando se le pide una definición se proclama “anarcocapitalista”, porque “el enemigo es el Estado”. Propone la reducción del Estado a su mínima expresión: la seguridad interior y la administración del sistema judicial. Eliminará los ministerios de Educación, Salud y Desarrollo Social. Lo privatizará todo.
Entre sus propuestas están la de “incendiar el Banco Central” para que el país no pueda emitir moneda. Posteriormente, propone dolarizar la economía (ni siquiera Menem, con su convertibilidad peso- dólar, llegó a tal extremo).
La guinda la puso con una idea sencillamente distópica: la venta de órganos por necesidades económicas. Esto es “un mercado más” que debería regularse, dice Milei, por la oferta y la demanda, sin intervención de autoridad alguna. “Mi primera propiedad es mi cuerpo. ¿Por qué no voy a poder disponer de mi cuerpo? Hay 7.500 personas sufriendo, esperando los trasplantes, hay algo que no está funcionando bien. Lo que propongo es buscar mecanismos de mercado para resolver este problema”, añade. En el inicio de la campaña extendió el razonamiento a la venta de niños, por ser “propiedad de los padres”. Tras la polémica levantada por el disparate, no volvió a hablar del asunto. Por supuesto, este sujeto también defiende abiertamente los vientres de alquiler.
Y, a pesar de todo, ha ganado las elecciones primarias.
En la Argentina, ya no basta con gritar “Viva Perón”. Hay que entender lo que sucede en su propio territorio y también en el mundo. No se le puede dar la espalda a la realidad del país: paro, pobreza, hambre. Gente con grandes necesidades, que apenas llega a fin de mes.
Javier Milei es repulsivo, demencial, peligroso. Pero es solo un síntoma: o construimos ya la alternativa al capitalismo, o surgirán cada vez más monstruos como este.