La campaña que el Estado de Israel se encuentra desarrollando para colocar un signo igual entre antisionismo y antisemitismo, con el objetivo de acallar cualquier crítica hacia el genocidio que está llevando adelante contra la población palestina de Gaza, carece de toda seriedad argumental. No solo porque pretende confundir una religión-cultura que apareció en el siglo V a.C. con un movimiento nacionalista cuyo origen se remonta a fines del siglo XIX, o porque ha apoyado regímenes antisemitas en varias oportunidades. El gobierno sionista, además, se codea con el Batallón Azov, una fuerza militar neonazi ucraniana.
En diciembre de 2022, según el periódico The Jerusalem Post, una delegación de esa formación castrense visitó Israel y mantuvo una reunión con oficiales y reservistas del Ejército sionista en la que se discutió la situación política en Ucrania. “Se habló sobre la defensa de la fábrica de Azovstal en Mariupol y sobre los informes y declaraciones de Rusia acerca del batallón y la guerra en curso” (Resumen Latinoamericano, 22/12/2022).
Activistas de Israel que luchan en defensa de los derechos humanos han denunciado que las Fuerzas Armadas ucranianas fueron pertrechadas y entrenadas por israelíes y han advertido que tanto los artefactos bélicos como el adiestramiento pudieron haber sido aprovechados por los nazis de Azov (The Electronic Intifada, 4/7/2018). En la propaganda online del Batallón se llegó a ver a sus reclutas sosteniendo rifles israelíes.
En 2018, el diario israelí Haaretz informó que los militantes por los DD.HH. presentaron una petición ante el Tribunal Superior de Justicia sionista para exigir el fin de las exportaciones de armas a Ucrania por temor a que llegaran a las manos de los militantes de Azov.
El Batallón Azov es una formación militar nacionalista de contenido nazi compuesta por voluntarios de Ucrania y varios países. Fue creada en 2014, en el marco de la guerra ruso-ucraniana (cuyo detonante fue la ocupación rusa de Crimea), e incentivada directamente por el gobierno de Oleksandr Turchínov. El Ministerio de Defensa ucranio le cedió un edificio para que desenvuelva sus tareas de reclutamiento. Sus integrantes llevan la figura del ángel lobo en el centro de sus uniformes, un símbolo medieval alemán que fue adoptado por los nazis.
El FBI llegó a caracterizar que estuvo a la cabeza del “movimiento nazi internacional” (People’s World, 3/1). Las tropas de Azov han sido acusadas por las Naciones Unidas y algunas organizaciones internacionales de derechos humanos (Human Rights Watch, Amnistía Internacional) de cometer crímenes de guerra. Asimismo, han llevado adelante actos de violencia contra judíos, gitanos y rusos.
“Los lazos de los grupos fascistas con el aparato estatal explican que en diciembre de 2021, Ucrania fuera (junto a Estados Unidos) el único país del mundo que votó en contra de una moción rusa en una asamblea general de Naciones Unidas que condenaba la glorificación del nazismo, el neonazismo y otras prácticas que promuevan el racismo, la xenofobia y la intolerancia” (Prensa Obrera, 23/3/2022).
El franeleo del sionismo con tendencias políticas antisemitas no sorprende. Es que apoyó a las dictaduras de Videla y Pinochet, las cuales torturaban y mataban judíos argentinos y chilenos con mucha saña. También fue cómplice del dictador nicaragüense Somoza, del régimen racista de Sudáfrica y del Sah iraní. Los socialistas, en cambio, hemos combatido esta lacra en todos los planos.
Abajo el Estado de Israel. Viva la lucha del pueblo palestino.
prensaobrera