El 8M es uno más de esos días en los que las instituciones públicas y las empresas intentan demostrar su cara más amable a la sociedad, con discursos feministas que alaban a todas las mujeres e iluminando cada vez más edificios de un purpura distinguible.
La exaltación por el feminismo es aún mayor a las puertas de las elecciones autonómicas en Euskal Herria. Aunque llevamos meses presenciando la campaña electoral.
En cambio, son esas mismas empresas las que durante todo el año se benefician de la explotación de millones de mujeres que no tienen otra que aguantar unas condiciones laborales miserables, la violación de sus derechos políticos, el acoso por parte de sus compañeros y jefes…
Son a la vez, esas mismas instituciones capitalistas las que nos venden una y otra vez propuestas que van a mejorar nuestra vida -desde partidos de izquierda como de derecha-, pero que siempre terminan siendo humo, como hemos podido comprobar en los últimos años.
Son ineficaces por el carácter clasista de esas mismas instituciones que se enriquecen de las opresiones -también de la devaluación económica de las mujeres trabajadoras y de nuestra subordinación social y política- y son financiadas por las grandes oligarquías del capital.
Terminar con nuestra opresión acarrearía terminar con la división de clases, lo que nos coloca ante una propuesta que plantea ilusoriamente que existan capitalistas que vayan a repartir sus beneficios para salvaguardar los intereses del proletariado, negando su propia existencia.
Queda claro que la pugna entre partidos políticos institucionales es una lucha por las cotas de representación y la gestión de las instituciones. No existe ninguna propuesta transformadora que vaya a luchar por terminar con la opresión que sufrimos las mujeres trabajadoras.
Que el Movimiento Feminista (MF) situé la posibilidad de cambio en reivindicaciones formales que generen “cambios institucionales y culturales profundos” incapacita cualquier respuesta organizada que identifique la necesidad de revertir la situación bajo los parámetros de la independencia de clase.
Al contrario, lo que se plantea es reforzar la posición de algún partido institucional que plantee esas mismas políticas y mantenerlas mediante la presión en la calle.
Se puede ver claramente con la cuestión de los cuidados, donde el MF intenta trabajarlo de manera más combativa en la calle (huelga 30N) y EH Bildu lo plantea como propuesta legal. Por cierto, de manera muy similar a la que lo ha hecho el PNV.
Aunque haya parte del MF que tenga como base un marco que a priori rechaza la lógica capitalista, no asume las implicaciones prácticas de ese análisis, ya que termina o bien trabajando de manera conjunta a la agenda institucional o de manera más “autónoma”, pero sin conseguir desarrollar una fuerza política más allá de grupos locales que trabajan desde los márgenes como forma de resistencia.
De esta manera, el trabajo que realizan estas expresiones políticas termina siendo capitalizado por partidos políticos profesionales, que no tienen otro objetivo que mantener su posición en la gestión del capital mediante una estrategia electoral de acaparamiento de votos.
Es una urgencia política desarrollar una fuerza política que trabaje fuera de la agenda institucional y con independencia ideológica, política y organizativa.
Recordar a las militantes comunistas que proclamaron el día Internacional de la Mujer es recordar la lucha por la emancipación de la mujer trabajadora y por el socialismo.
EMAKUME LANGILEOK BORROKARA! SOZIALISMOA ERAIKI!