Un hecho reciente, entre muchos, pone en evidencia que Sumar no es más que un anexo del PSOE para seguir haciendo creer a quienes recrean cada día la vida con su trabajo que en las altas instancias del poder político hay alguien que les representa.
Pablo Bustinduy, hasta hace poco miembro de la dirección de Podemos, es el nuevo ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 20/30.
Los pocos derechos sociales que quedan no le van a dar mucho trabajo. La UE, ante la que todos sin excepción se arrodillan, exigirá nuevos recortes para pagar la Deuda a los bancos que, no ha mucho fueron “salvados” con más de 100.000 millones de euros del dinero público y de los que no han devuelto absolutamente nada.
En cuanto a Consumo, el inefable Garzón, de IU, ya dejó cambiados los horarios de las Casas de Juego, al tiempo que propuso una medida muy eficaz para reducir la factura de la luz: poner la lavadora a las cuatro de la mañana, aunque, eso sí, levantándose el marido, porque el ínclito era muy feminista.
A Bustinduy, le queda la Agenda 20/30. Como se sabe, bajo la máscara verde y morada, esta Agenda es el instrumento del Foro Económico Mundial de Davos para, mediante una gran destrucción de empresas, reconfigurar el capitalismo a medida de los intereses de la oligarquía mundial. El nuevo ministro es el cuarto personaje que se encarga de este capítulo. Le precedieron Pablo Iglesias, Jone Belarra y Enrique Santiago. Este último, secretario general del PCE y experto en demagogia como pocos, tuvo la desvergüenza de declarar que la susodicha Agenda “lucha contra la desigualdad, lo contrario que la agenda de Putin y la de la extrema derecha”. Es evidente que estos nuevos progres multicolores y otanistas son el instrumento privilegiado de la oligarquía imperialista para hacer pasar por “avances sostenibles” un programa de concentración de capital y de destrucción social y medioambiental sin precedentes convenientemente maquillado de los colores de moda.
Pablo Bustinduy ha tenido la oportunidad de aprender cómo se hacen desde la supuesta izquierda, las políticas del capital con todo desparpajo. Es hijo de Ángeles Amador, ministra de sanidad del PSOE con Felipe González. En 1997, gobernando el PP en minoría, el PSOE, ya en la oposición, y bajo la dirección de su ex-ministra votó a favor, junto al PP, PNV, CC y CiU, de la Ley 15/97, clave de bóveda de la privatización de la sanidad. Hay que decir que si el PSOE hubiera votado en contra, dicha Ley no hubiera sido aprobada.
Podemos prometió derogarla, pero no la incluyó en su acuerdo de gobierno con el PSOE. En el programa de SUMAR ni siquiera aparece y la nueva ministra, ni la menciona.
Ángeles Amador, cuando dejó de ser diputada, estuvo varios años, convenientemente remunerada, en el Consejo de Administración de la empresa privatizada que ostenta el monopolio de la red de alta tensión, Red Eléctrica Española.
Nada nuevo bajo el sol. Tan solo un ejemplo más de cómo la burguesía produce señuelos disfrazados de «progres» que le permiten, no sólo llevar a cabo sus objetivos liquidando las conquistas de la clase obrera, sino hacerlo reduciendo a mínimos la contestación social.
Pero el espectáculo continúa. Salió un nuevo conejo de la chistera. Los cinco diputados de Podemos, con la capucha roja bien calada, encarnarán el discurso más radical. Intentarán convencernos de que les votemos, de que son “de los nuestros”, cuando el problema mayor que les acucia es conseguir escaños (el año 2024 habrá elecciones al Parlamento Europeo) para colocar a su numerosa clientela que se ha quedado sin sueldo.
Tratarán de hacernos olvidar lo que hicieron y no hicieron cuando gobernaron: que fueron cómplices, cuando no instigadores, del mayor recorte de libertades y derechos que existió desde la Dictadura aplicado durante la pandemia Covid, que no derogaron ninguna de las abundantes leyes represivas, que asistieron impávidos al deterioro galopante de la sanidad y educación públicas y de su correspondiente privatización, que, mientras la pobreza severa se extendía en las capas populares al tiempo que avanzaba la precariedad en todos los sectores, aumentaron los gastos militares hasta niveles nunca vistos, que aplaudieron y armaron al gobierno fascista de Zelenski, que no han denunciado el Acuerdo Comercial Preferente entre la UE e Israel, ni el comercio de armas entre Israel y España, ni los 6.000 millones de euros con los que la UE apoya militarmente a Israel… y un largo etcétera.
Era evidente que los que iban a asaltar los cielos, no podían, ni con 73 diputados, ni con 150. Porque no se trata del número de escaños parlamentarios. La organización y la lucha es el único camino. Palestina y su resistencia, como antes el Viet Cong, el FLN, el Movimiento 26 de julio, etc , nos están mostrando de lo que es capaz la determinación, el valor y la inteligencia de un pueblo. En una correlación de fuerzas abrumadoramente desfavorable, la Resistencia Palestina está siendo capaz de enfrentar a uno de los ejércitos más poderosos del mundo, que se dedica a masacrar población civil pero es incapaz de derrotarla militarmente.
Urge saber que el capitalismo en crisis no tiene margen alguno para hacerse “más humano”. Al contrario, lo que prepara, lo que ya estamos viendo venir, es el hundimiento económico, la barbarie sionista más feroz, el fascismo y la guerra.
En la inmensa tarea que las clases explotadas y los pueblos oprimidos tienen ante sí, es primordial que la clase obrera construya su independencia frente a la burguesía. Es preciso que, al menos los sectores más conscientes sepan que las luchas concretas, obreras y populares, que deben intensificarse y que pueden lograr algunas victorias parciales, esas luchas miden su eficacia, no tanto por lo conseguido, sino por el aumento del nivel de conciencia y de organización logrado en el transcurso de la confrontación con el enemigo de clase. Ese es el combustible que alimenta el combate general por la única solución real a nuestros problemas: la conquista del poder político por la clase obrera en una lucha necesariamente internacionalista.
Y, como nos recordaba Lenin, es imposible dar el menor paso hacia la construcción de la independencia de clase si no se desenmascara ante el proletariado a los sectores de la aristocracia obrera que pretenden representarlo, si no se les identifica como agentes de la burguesía, y si no se acaba con todo su prestigio entre los trabajadores y trabajadoras.
Ese es el objetivo, mostrar una vez más sus traiciones, corrupciones y mezquindades, que por otro lado se repiten con diferentes caras, una vez tras otra.
Es hora de acabar con el juego macabro que se reproduce desde la Transición: el PSOE y sus marionetas “de izquierda” intentando conjurar el surgimiento de un poder obrero y popular que se represente a sí mismo y que los entierre como trastos inservibles en el basurero de la historia.
- Martina Pascual, Coordinación de Núcleos Comunistas