Hace unos días, un programa televisivo de una cadena española se dedicó a hablar de los «nuevos colonialismos» en África y, de paso, le limpiaron la cara al colonialismo occidental ejercido hasta el día de hoy en el continente, diciendo que era algo del pasado.
Coincidentemente, en los últimos diez días de septiembre se encadenaron una serie de hechos relacionados con algunos países del Sahel que, si se analizan en su conjunto, son una respuesta contundente a las narrativas occidentales racistas y paternalistas que recaen sobre el continente africano, como aquella de los «nuevos colonialismos».
La nueva narrativa
La narrativa de los «nuevos colonialismos» consiste en quitarle agencia a los africanos frente al interés cada vez mayor en el continente por parte de países no occidentales. Si los africanos prefieren, cada vez más, relacionarse con otros países no occidentales es porque han comprado sus voluntades; si apoyan a esos países en los foros internacionales es porque están endeudados.
Por otra parte, en esta narrativa las empresas no occidentales en África no hacen negocios, expolian recursos.
Es decir, los africanos, o son corruptos o no saben lo que es mejor para ellos. Lo único que hacen es «cambiar un colonizador por otro».
Con esto, se cumple la norma de que todo lo que se diga en Occidente sobre el mundo no occidental no es más que una proyección de sus propias acciones. O como se dice popularmente: «el ladrón cree que todos son de su condición». Por cierto, si hablamos de los colonizadores occidentales, podemos tomar ese dicho literalmente.
El progresismo occidental racista
Muchas de las narrativas sobre los países no occidentales (incluyendo los países gobernados por partidos comunistas) se transmiten a través del llamado progresismo, que levanta las banderas de causas muy justas, pero que, al mismo tiempo, normaliza tópicos racistas sobre países culturalmente distintos.
Es la misma discriminación, pero «endulzada» con una capa de «inclusión» que la hace válida frente a sectores que jamás creerían en los conservadurismos de derecha, incluyendo movimientos sociales.
Tanto para los conservadores como progresistas occidentales, los cambios tectónicos en el continente son por obra de la influencia del grupo Wagner y no por el hartazgo de la situación neocolonial. Es imposible pensar que, en África, hayan decidido tomar el control de su propio destino.
Así, enajenan a los sectores más desfavorecidos de las experiencias revolucionarias más exitosas, tanto actuales como pasadas.
Los refritos enunciados en ese programa televisivo español no son novedad. No fueron los primeros, ni serán los últimos.
Este mes, en Beijing, se relanzará la Iniciativa de la Franja y la Ruta en el marco de su décimo aniversario. En este nuevo inicio, se espera que la ruta que conecta China con América Latina cobre mayor importancia.
Así que no se sorprendan si encuentran más seguido, en los medios hispanohablantes, estas narrativas sobre África. Van a buscar, como sea, infundir miedo en nuestros países, aprovechando la desconexión informativa entre ambos lados del Océano Atlántico.
«Golpe» al statu quo en la ONU
Una de las prácticas más comunes para ningunear los procesos políticos africanos es simplificarlos. El mejor ejemplo es que ponen todos los golpes de Estado ocurridos en los últimos años como si fuesen parte del mismo proceso, pero basta con consultar algunos medios africanos para saber que no es así.
Los ocurridos en Guinea, Malí, Burkina Faso y Níger son muy distintos al resto. Estos fueron liderados por los llamados «militares patriotas», que tienen una agenda nacionalista y antimperialista. De ahí que sean los más vilipendiados por los occidentales, mientras que, frente al golpe en Gabón, que cuenta con la venia de los franceses, hay un silencio casi absoluto.
Como dice Sogouyou Keguewe, exembajador y periodista togolés, el cerco informativo que pesa sobre estos países ha convertido a la Asamblea General de la ONU en una plataforma que les permite expresar su posición.
Efectivamente, este año la aprovecharon bien dando tres discursos que quedarán en la historia de las luchas anticolonialistas. Digo tres porque los representantes de Níger fueron impedidos de ejercer su derecho a exponer en la Asamblea.
Cada uno a su estilo, criticó ferozmente la actitud de países occidentales que tildan sus procesos de antidemocráticos sin analizar la raíz de los problemas sociales, que el sistema de gobernanza impuesto sobre ellos, el de la democracia liberal, no ha podido solucionar. Dejaron en claro que, de ahora en adelante, ellos desarrollarían su propio sistema y priorizarán los problemas sociales y económicos.
Asimismo, criticaron los discursos paternalistas hacia sus países que colocan a los africanos siempre bajo la sombra de otro país. El mismo Mamady Doumbouya, presidente de Guinea, los calificó de insultantes y racistas.
Bassolma Bazié, ministro de Estado de Burkina Faso, fue más directo cuando dijo que su país establecerá alianzas estratégicas «con quien quiera y comprará sus medios de defensa con quien quiera», y que hará negocios directos y sin intermediarios con cualquier país, «así se llame Rusia o Corea del Norte».
El tercer punto importante en los tres discursos fue el de seguridad. En palabras de Abdoulaye Diop, ministro de Relaciones Exteriores de Malí, el apoyo occidental «no estuvo a la altura» para vencer al terrorismo, cuyo origen es la guerra de la OTAN contra Libia. Esa misma «diplomacia de la hipocresía», en palabras de Bazié, es la que quieren aplicar con Níger y ellos no lo van a permitir.
Francia, al fin, se va de Níger
Unos días después, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, anunció que retiraría la presencia de su país de Níger, lo que implicaba coordinarse con la junta militar la salida ordenada de las tropas francesas antes de diciembre de este año. En tanto, su embajador partió inmediatamente.
Ante esta derrota política, y en el colmo de la arrogancia, para justificarse agregó que, en Níger, «ya no quieren luchar contra el terrorismo».
Desde el 26 de julio, cuando ocurrió el golpe de Estado, los nigerinos han estado en las calles protestando frente a la embajada francesa y sus bases militares, demandando su partida. Esta vez, volvieron a salir, pero para celebrar. En las calles se escuchó la canción del grupo Goumbé Star llamada ‘Necesitamos a Tchiani’, en referencia al presidente de la junta militar.
Intentona golpista en Burkina Faso
El 27 de septiembre, el gobierno de la transición de Burkina Faso anunció que se había desbaratado un intento de golpe de Estado que buscaba atentar contra la vida del presidente, el capitán Ibrahim Traoré, y que miembros de las Fuerzas de Defensa estaban involucrados.
En respuesta, miles de ciudadanos salieron a las calles en apoyo al presidente. Los videos en redes sociales mostraron congregaciones espontáneas con jóvenes haciendo vivas a IB, como han apodado a Traoré, así como gritando consignas como «patria o muerte, venceremos».
El 30 de septiembre, volvieron a salir, pero esta vez para celebrar el primer año del gobierno de transición.
Los tentáculos del colonialismo
La crisis en el Sahel occidental empezó por la guerra de la OTAN contra Libia. Por diez años, los países occidentales dijeron estar luchando contra el terrorismo, pero solo lo hicieron más fuerte.
Al mismo tiempo, son décadas de condicionar con «cooperación para el desarrollo», que solo genera dependencia y que siempre se sujeta a las «elecciones democráticas» que siempre terminaban ganando élites corruptas y serviles a los intereses occidentales.
Hartos de la situación, cuando tomaron el poder por las armas, los sancionaron y, ahora, buscan ahogarlos con una guerra económica.
En cambio, las acciones de los países no occidentales muestran otra actitud. El 22 de septiembre, en su mensaje a la nación, Assimi Goita, presidente de Malí, agradeció a Rusia por el apoyo en seguridad. Irán ha anunciado su voluntad de construir una refinería en Burkina Faso. Mientras que el embajador chino en Níger se ha ofrecido como mediador entre este país y la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) para que levanten las sanciones y paren las amenazas de guerra.
Hoy en día, los países africanos tienen opciones. El mundo multipolar está permitiendo a las naciones que luchan por su soberanía poder diversificar sus socios y así, poder construir su propio destino.
En lugar de entender, los países occidentales han diversificado sus formas de dominación. Una de ellas consiste en usar su aparato mediático para desprestigiar, ridiculizar y obstruir cualquier intento de liberación de los pueblos.
El colonialismo ha sido y sigue siendo uno solo. No perdamos de perspectiva de dónde viene.
Fuente: RT