Lo ha vuelto a hacer. Nuestro preclaro presidente acaba de escribir otro capítulo más de su maquiavélico y novelesco “Manual de resistencia”, amagando con dimitir y colocándose, como Luis Napoleón Bonaparte, por encima de la sociedad y de las clases sociales. Amenaza con irse porque “quiere mucho a su mujer”, pone a Junts a su rebufo, manda a Sumar a segunda división y erige al PSOE como “la izquierda que lucha”. ¿Para qué tomar medidas reales, pudiendo montar un buen culebrón?
Algunos han llegado a la genialidad de compararlo con… Salvador Allende. Sí, ese presidente chileno que ganó las elecciones en 1970 y nacionalizó la banca en 1971, estatizando la mayor parte del sector financiero chileno (participación mayoritaria en catorce bancos y 30% de los activos en los cinco restantes) y poniéndolo al servicio del pueblo.
Pasemos ahora a nuestro “Allende español”. Esta semana hemos conocido escalofriantes datos sobre el sector financiero español, que lleva años batiendo récords y ganó en 2023 la misma cantidad de dinero (28.084 millones) que el Estado gasta durante dos años en Sanidad, Educación y Cultura. Así, cuando nuestro Allende de Hacendado les puso un simbólico “impuesto a la banca”, los bancos españoles subieron un 9% las comisiones, cobrando más a sus clientes de lo que les pagan y aumentando aún más el margen de intereses. Escalofriante: en un solo trimestre, los seis grandes bancos españoles han ganado una suma (6.677 millones de euros) que iguala el presupuesto de Sanidad del país.
Contando solo el BBVA y solo entre enero y marzo, la entidad obtiene un beneficio de 2.200 millones, casi un 20% más de lo anotado en el mismo periodo del ejercicio pasado. Ahora bien, la mayoría de sus beneficios (56%, 1.441 millones de euros) no los ha obtenido en España, sino… en México. Así es el imperialismo de la banca española en América Latina, que tan bien defendiera el emérito mandando callar a Hugo Chávez (alguien que sí se pareció a Allende, solo que siendo menos ingenuo).
Pero eso no es todo. Resulta que estamos en un proceso de concentración bancaria y, ahora, el BBVA y el Sabadell pretenden también fusionarse, creando un banco que sería dueño de una quinta parte de España (22% de los depósitos y 22% del crédito concedido). Esta fusión dejará un mercado supuestamente “libre” de solo tres jugadores: Santander, La Caixa y BBVA, en el que estos tres grupos controlarán siete de cada diez euros del negocio bancario en nuestro país: el 72% de los depósitos y el 73% de los créditos estarán en manos de esos tres bancos. Siete de cada diez hipotecas las controlarán estas entidades, a la vez que reducen personal, oficinas y cajeros (como lleva años pasando). No es una película distópica sobre el futuro. Es la España de Sánchez que algunos idealizan, en la que los bancos ganan más que nunca, batiendo récords de beneficios en 2021, 2022, 2023 y también en el primer trimestre de 2024.
¿Y los impuestos? ¿Seguirán siendo al menos un poquito socialdemócratas? Veamos los datos publicados esta misma semana por la Agencia Tributaria: las 142 empresas más grandes de España, que pasan de los 5.000 trabajadores, abonaron a Hacienda por el Impuesto de Sociedades el equivalente al 3,12% de sus beneficios, mientras que la totalidad de las empresas tuvieron que hacer frente a un tipo casi cuatro veces superior (el 11,15%). En otras palabras, en España el pequeño empresario paga más impuestos que el grande; y las multinacionales (que baten récords de beneficios) pagan cada vez menos tributos.
¿De verdad los poderes fácticos quieren quitar de en medio a Sánchez? ¿O están más que cómodos con que este tranquilice al país con su “resistencia” de cartón piedra, mientras nos meten, cada vez más, la mano en la cartera? No le importó tanto a Sánchez el lawfare cuando fueron los seis de Zaragoza los represaliados, por poner un ejemplo reciente. Ni en tantas otras ocasiones. ¿Por qué ahora, pues, tan repentino “democratismo”? Tal vez con Largo Caballero el PSOE representara una tragedia; quizá con Felipe González una farsa. Pero Pedro Sánchez “el enamorado” está declamando un sainete de los Álvarez Quintero.
M. Caracol. Militante de Red Roja