El pasado 31 de marzo la Administración del Ciberespacio de China anunció el inicio de una investigación contra Micron Technology[1], el primer fabricante de chips de memoria de Estados Unidos. Casi dos meses después, el mismo regulador ha decretado prácticamente la prohibición[2] de la multinacional estadounidense a operar en el país tras fallar en la revisión de seguridad, oficializando lo que no todo el mundo se esperaba: que China fuera a responder a las agresiones comerciales de los yanquis. Y no culpo a la gente que lo pensaba, el país norteamericano lleva imponiendo sanciones y auto declarándose el dueño del mundo desde la caída de la URSS. Pero lo cierto es que hay un claro patrón detrás de sus agresiones; hacer de «matón de colegio» sólo con los débiles, puesto que éstos no son capaces de responder, no sólo por la gran diferencia en el ámbito militar, sino también en cuanto a su maquinaria de propaganda.
Pero ahora la historia es diferente, ya que la guerra que está lidiando en este caso es con uno de su tamaño. Aunque la guerra comercial lleva ya varios años en pie, China ha adoptado hasta ahora un rol ciertamente pasivo, por lo que el hecho de que ahora se dé un contraataque por su parte dice mucho de la seguridad que tiene el gobierno a la hora de frenar la impunidad de los yanquis.
Sin embargo, la guerra comercial en el ámbito de los chips lleva un menor recorrido. Estados Unidos impuso desde septiembre de 2022 restricciones a las exportaciones de los semiconductores más avanzados a China, escalando así al plano tecnológico. Al comprobar que el resultado no era el deseado, ha tenido que acudir recientemente a sus “siervos” más leales como Japón, Corea del Sur y Países Bajos para que le acompañen en esta cruzada por la «seguridad nacional».
Ante estos hechos, desde Insurgente se explicó que lo más probable era que China no se quedara de brazos cruzados y respondiera de la misma forma. Y así ha sido. A raíz del comunicado de la Administración del Ciberespacio de China ya tenemos la primera contramedida: la prohibición a los operadores de infraestructura clave de China de adquirir productos de la multinacional Micron.
Aunque si bien es cierto que Micron tenía cierta exposición a China ya que alrededor del 10% de sus ingresos provienen de allí (teniendo en cuenta ventas indirectas y envíos a Hong Kong esta suma alcanzaría el 25%), uno se pregunta por qué no eligieron a otras empresas como Qualcomm cuya dependencia del país oriental es bastante más alta. La razón es más estratégica que económica; Micron es una multinacional que ha ejercido multitud de denuncias sobre propiedad intelectual[3] y ha presionado al gobierno de Estados Unidos sobre la competencia de China, haciendo que varios competidores de la compañía se encuentren dentro de la lista negra de Washington.
Ahora bien, este movimiento de la administración de Xi Jinping tiene dos efectos inmediatos: por un lado, deja un ligero vacío en el mercado de chips en China a la vez que deja otro hueco en los ingresos de Micron, quedándose sin algunos socios comerciales importantes. Pero como no podía ser de otra manera, a raíz de estos hechos la administración de Biden ha vuelto a hacer de «matón» -esta vez con sus propios aliados-, exigiendo a Corea del Sur que no intente reemplazar a Micron en China[4] y que compre a la compañía ese 10% de las ventas que han perdido por las restricciones.
Ceda o no Corea del Sur ante las demandas de los norteamericanos, lo cierto es que el mercado nacional de China se está fortaleciendo, y empresas como Yangtze Memory Technologies Corp podrían llenar el hueco dejado por Micron. Así las cosas, Estados Unidos ha puesto en marcha toda su maquinaria de propaganda y cinismo condenando las acciones de China como si fuesen injustificadas y unilaterales. Al hilo de esto, Karine Jean-Pierre, secretaria de prensa de la Casa Blanca, declaraba que “estas acciones son inconsistentes con las afirmaciones de la República Popular China de que está abriendo sus mercados y que está comprometida con un marco regulatorio transparente”[5].
Lo que es evidente es que China ya no está dispuesta a seguir tragando con las agresiones y chantajes de los yanquis y sus “secuaces”. De hecho, ya advirtió directamente a Países Bajos de que sus restricciones a la exportación de máquinas de litografía ultravioleta tendrían consecuencias[6]. En términos generales, este movimiento implica no solo la prohibición de que una multinacional estadounidense venda en China, sino también una advertencia hacia la administración de Biden de que no dudarán en pagar con la misma moneda.
[1] http://www.cac.gov.cn/2023-03/31/c_1681904291361295.htm
[2] http://www.cac.gov.cn/2023-05/21/c_1686348043518073.htm
[3] https://www.ft.com/content/d34d9b58-ddff-11e8-8f50-cbae5495d92b
[4] https://www.scmp.com/comment/opinion/article/3222117/brutal-us-china-tech-war-what-goes-around-comes-around?
[5] https://www.reuters.com/technology/chinas-micron-ban-not-based-fact-white-house-says-2023-05-23/
[6] https://www.scmp.com/news/china/article/3214361/china-wont-just-swallow-beijing-envoy-warns-dutch-retaliation-chip-curbs?module=perpetual_scroll_0&pgtype=article&campaign=3214361