Mediante un acto celebrado la mañana de este viernes en la Fundación Migra Studium, Llum Mascaray, Gabriela Serra y Martí Olivella, pondrán fin a su huelga de hambre por la paz de Palestina, tras 16 días de férreo activismo. Con un aspecto más deteriorado, unos labios secos y ajados, pero con la convicción de haber sido motor de concienciación social.
Su “humilde acto”, como se refieren ellos, iba dirigido al Gobierno de España, reclamando que, como mínimo, pusiera fin al comercio de armas con Israel y que apoyase la acusación de Sudáfrica a Israel de estar cometiendo “actos genocidas” en Gaza ante el Tribunal Internacional de Justicia de la ONU.
Bajo el lema “¡No en mi nombre!”, no querían ser cómplices de los crímenes, ni de la indiferencia de los gobiernos; realizando un gesto libre y voluntario en empatía por aquellos que no tienen elección: el pueblo palestino.
En 2014, el PP ya cesó la venta de armas a Israel, tras los bombardeos en Gaza
“Dejar de comer es un pequeño gesto de empatía con las personas que están sometidas a sufrir hambre cada día. Nuestro gesto es un pequeño gesto que iba dirigido a la consciencia de la ciudadanía, de las organizaciones, de los partidos políticos, de los parlamentos y de los gobiernos. Por qué cada uno, desde sus posibilidades y responsabilidades, contribuye a detener la guerra, las muertes y la destrucción. A detener la espiral de miedo, dolor, trauma, rabia y violencia. A crear las condiciones para una vida digna, con seguridad, respeto y reconocimiento de las necesidades de pertenencia a las diferentes comunidades humanas”.
Ni la carta enviada el 14 de febrero por Pedro Sánchez y Leo Varadkar solicitando a la Comisión Europea, que revisara si el gobierno israelí está incumpliendo con el Acuerdo de Asociación que tiene vigente con la Unión Europea, fue suficiente para que cesaran en sus protestas. “Palabras no se corresponden con los hechos”, dice Gabriela Serra, recordando que el ejecutivo del PP ya cesó la venta de armas a Israel cuando empezaron los bombardeos sobre Gaza en 2014. Por lo que “falta voluntad”.
“Conscientes que el comercio de armas contribuye a acelerar la escalada de violencia”, la adjudicación de contratos públicos españoles a empresas de seguridad y defensa israelíes o sus filiales en España ha continuado como siempre tras el 7 de octubre, tal y como apunta el Centro Delàs de Estudios por la Paz.
Por lo que solicitaron al Gobierno que impusiera un embargo de armas a Israel. Uno de verdad. Tanto en materia de exportaciones como importaciones; porque Israel exporta un modelo, y necesita a España mucho más para vendérselo que para comprarle armas. Por un lado, para abaratar y hacer viables una ocupación y unas operaciones militares que son carísimas. Y por el otro lado, «las armas exportadas cuentan con una etiqueta que señala ‘probado en el terreno’ y todos sabemos cuál es ese terreno. Gaza», dice Martí Olivella al ser preguntado por el peso del comercio de armas de España con Israel.
Por el contrario, el hecho de ratificar la denuncia de Sudáfrica, era un gesto simbólico, que supone un posicionamiento que va en contra de los dictámenes de Estados Unidos, férreo aliado de Israel. Sin embargo, esto impide que los activistas no condenen enérgicamente los actos del 7 de octubre perpetrados por el brazo armado de Hamas. «Nosotros somos activistas antimilitaristas, por lo que condenamos cualquier acto de violencia. Pero la proporcionalidad, el ojo por ojo, no es equitativo. Lo que está haciendo Israel no tiene nombre», dice Llum; mientras Gabriela, más osada, lo denomina como «genocidio».
Muchas comunidades y personas han mostrado su apoyo a los tres activistas durante estos 16 días. Desde Junts, la Comunidad Catalana de Judíos y Palestinos, hasta Nadia Ghulam, activista y escritora afgana; o el presidente de Esquerra Republicana de Catalunya, Oriol Junqueras. ·El vuestro no es un gesto pequeño, es una voz en el marco de las protestas contra el genocidio a Palestina, que están demostrando un gran divorcio entre la gente, de un lado, y las elites y los gobernantes, por otro lado, que son cómplices del estado de Israel porque es un portaaviones de las grandes potencias en Oriente Próximo», apuntó Salah Jamal, miembro de la comunidad palestina en Catalunya.
Pero ellos no se consideran héroes, sino personas con fuertes convicciones, que querían despertar conciencias. Han hecho del dolor ajeno, el motor en los momentos más duros. “Cuando tenía momentos bajos, que lo hay y muchos durante el día, me imaginaba esas escenas que llegan de los niños gazatíes con cuencos de comida vacíos y sin la posibilidad de salir de ahí, mientras nosotros tenemos la posibilidad de abandonar cuando queramos”, dice Martí.
«No hacer nada te hace cómplice»
Han atendido a los nombres que hay detrás de las cifras que diariamente se publican de las víctimas. “Es importante entender que detrás de esas cifras hay personas. No son ni sillas ni cosas. Son personas, y se les ha cosificado», dice Gabriela.
Tanto Martí, como Llum, como Gabriela, han señalado la importancia y poder de la sociedad civil en su relevancia en hacer presión contra el Gobierno de España, para romper con la complicidad con los crímenes. “No hacer nada te hace cómplice”, instando a las organizaciones a realizar charlas y a la sociedad a manifestarse de forma no violenta y a ser consciente de que con nuestros impuestos contribuimos a la financiación de esta guerra.
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