Fue el pasado miércoles cuando comenzaron a desmontar el emblema de la URSS de la Estatua de la Madre Patria. Situado en la capital ucraniana (Kiev), el monumento está dedicado a la resistencia del pueblo soviético contra la Alemania nazi. Inaugurado en 1981, representa a una mujer con una mano levantando una espada y un escudo en la otra, y tiene 102 metros de altura, lo que supone ser la estatua más alta de Ucrania y una de las más grandes de Europa.
El atentado contra la historia que cometen es la sustitución del emblema de la URSS que decora el escudo por un tridente similar al del escudo de Ucrania.
Las autoridades neonazis ucraniana (y obviamente anticomunistas) continúan con su escalada de desaparecer cualquier símbolo que, de una u otra manera, recuerde a la URSS. Esto lo están llevando a cabo echando mano de las disposiciones de una ley de “descomunización” del Estado.
Nada que sorprenda a quienes conocemos más que de sobra el carácter nazi que posee el gobierno ucraniano presidido por Zelensky, ese que con tanto entusiasmo e interés defienden y apoyan los gobiernos de Estados Unidos y de la Unión Europea, incluido el de España.