Pocos dedos de frente ostentan quienes pretenden pintar las movilizaciones de taxistas, transportistas o – ahora– agricultores como un “paro patronal” contra el “Allende sanchista” (?). Por muchos libros que hayan leído, se saltaron precisamente la página de Laclau en la que expresaba la necesidad estratégica de construir un “nosotros” amplio contra el “ellos” más estrecho de la oligarquía. Por eso resulta imprescindible que nadie nos confunda con ellos, con su incomprensión de los rudimentos del marxismo y con su falta de la más elemental empatía.
Celebramos y apoyamos sin fisuras la justa lucha del campo. Tras una Política Agraria Común que les entrega la mayor parte de los fondos europeos a los terratenientes. Tras unos Tratados de Libre Comercio que, por ejemplo, eliminan los aranceles al grano ucraniano para apoyar la misión de la OTAN, perjudicando a los agricultores autóctonos, incapaces de competir en precios. Tras unas grandes superficies que, como Mercadona, acaparan inmensos beneficios cada año, vendiendo los productos agrarios a un precio muy superior al que pagan a los agricultores en origen. Ya era hora de que el campo estallara.
Abandonen toda esperanza quienes esperan a ver una lucha nítida, clara, impoluta entre la burguesía y el proletariado. Su incomprensión les deja el terreno expedito a los demagogos de Vox, que están haciendo un astuto (aunque perverso) trabajo de masas en estas movilizaciones. El trabajo que deberíamos estar haciendo nosotros. ¿Había alguna página de Chantal Mouffe que explicara que en política no hay vacíos, o eso solo estaba en los libros de Lenin?
La actual lucha del campo mezcla e incluye a grandes terratenientes, pequeños agricultores e incluso trabajadores. Normal. Se trata precisamente de apoyarse en el hecho objetivo de que, salvo los dueños de supermercados y los grandes terratenientes, ninguno de los demás sectores sociales implicados (empezando por los pequeños agricultores) salen beneficiados por la PAC, por los TLC (Tratados de Libre Comercio, a favor de los cuales han votado repetidamente Vox, PP y el PSOE, entre otros) o por la existencia de supermercados y oligopolios privados que hacen de bienes básicos como la alimentación un sucio negocio.
Debemos estar ahí, ponernos al servicio de la lucha y, si no sabemos otra cosa, ofrecernos para engrasar las ruedas de los tractores. Ruedas que tendrán que estar duras y bien hinchadas para no encallar en el confusionismo ridículo de quienes desembarcan como paracaidistas en las movilizaciones, esgrimiendo ridiculeces sobre el contubernio judeomasónimo de la “Agenda 2030” y otras conspiraciones “globalistas” de gorrito de papel de plata como los “chemtrails”. Lo que sea con tal de no denunciar los beneficios del Mercadona.
Si hacemos bien nuestro trabajo de influencia política, no conseguirán desviar a los tractores de su senda, como intentan para auparse sobre ellos en pos de sus hipócritas ambiciones políticas. Si lo consiguen, no podremos echar más balones fuera: hasta los debates librescos universitarios acabarán siendo proscritos si, por aislacionismo autorreferencial teoricista, dejamos que sigan echando raíces estos desviacionistas profesionales.