En noviembre de 1936 se construyó un coche blindado dotado de un potente equipo de altavoces destinado a la labor propagandística en primera línea. Estos camiones con altavoz se multiplicarían mas tarde llegándose a construir gigantescos altavoces portátiles para dirigirse tanto a las propias tropas como a las del enemigo. También emitía programas breves en distintas lenguas para los combatientes de las Brigadas Internacionales.) BNE.
Un altavoz del frente ha quedado abandonado en un campo de Castilla. Un camión que es pura herrumbre con los neumáticos de antaño, caucho puro, colonizados por hierbas en flor cuando la primavera consigue desterrar de la tierra la dureza del invierno, espera sosteniendo su altavoz la llegada de la noche para emitir el programa con su mismo nombre destinado a los oídos de los soldados del bando enemigo. El altavoz no sabe que lleva ochenta y seis años esperando. No es la noche siguiente, sino el resurgir siguiente del fascismo cuando suenan los pitidos y chirridos de una retransmisión antes de abrir al aire una voz clara, templada, relatando a los fachas del siglo XXI cómo una noche de las últimas del invierno se organizó una vigilia por Palestina frente a alguna siniestra institución europea en Madrid. En medio del frío una niña cuidaba de que no se apagasen las velas.
Y el altavoz retransmite: la niña intenta mantener encendidas todas las velas, no permite a ninguna de ellas apagarse en el viento de la noche helada. Con la vela fina prende la mecha de los velones cubiertos de plástico rojo. Una y otra y otra ella sigue encendiendo con una determinación casi obsesiva en una lucha silente contra ráfagas, contra gotas de lluvia, cucharadas de frío líquido soltadas con desgana aligerando el peso del cielo sin importar si caen en las llamas, tan humildes que intentan simbolizar y apenas pueden ser vistas, pero la niña no ceja, enciende la blanca rama de cera como pajarito sin cielo y con ella otra mecha y otra y otra. En la noche tan larga no pierde el tiempo en quejas. Va a mantenerlas encendidas todas porque cada vela son muchos niños muertos y ella los quiere vivos a todos esta noche, ardiendo en pequeños fuegos; sus vidas fueron pequeñas. Sabe de la importancia, sobre todas las cosas, de mantener las velas encendidas frente al frío, frente al viento, frente a Israel.
El programa del día ha terminado. Suena la Internacional.
Más adelante fue descubierto que el Gobierno español había mentido al negar sus envíos de armas a Israel en escala desde EEUU; El Altavoz volvió a emitir. Volvió a hablar entre pájaros antes de ser sepultado por un mar de placas solares o de sufrir cómo le robaban el viento centenares de molinos gigantes, contando esta vez cómo crecía la horda de miserables condenados a pagar los gastos del genocidio palestino y la guerra contra Ucrania. Pobres españoles los españoles pobres.
El Altavoz del Frente busca guerrilleras, guerrilleros, que le protejan de los fascistas para continuar poniendo al descubierto cada noche a las nueve en punto las mentiras de los lacayos del Capital, el dolor de los explotados, de los masacrados del hombre por el hombre dueños de la victoria que nunca dejó de ser suya, ahora, en el momento imposible de negar que la Historia no ha terminado: la Historia está hablando desde el Altavoz del Frente para quienes no tengan miedo de escuchar y continuarla escribiendo.