Mal haríamos si simplificáramos lo sucedido ayer en la primera vuelta de las legislativas en Francia a una mera reedición del combate histórico entre la extrema derecha y la extrema izquierda. En esa primera vuelta, el Rassemblement National (RN), heredero del Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen, obtuvo el primer puesto con un 33% de sufragios seguido del Nuevo Frente Popular (NFP) con un 28%.
Voceros de la extrema dictadura oligarca de la Unión Europea, como Le Monde y El País, se alarman y llaman a una unión sagrada en torno a los valores republicanos. Valores republicanos que mancillan, haciéndolos coincidir con más poder para la aristocracia financiera de la Comisión Europea y más guerra otanista en Ucrania. Particularmente en lo que se refiere a esto último, la apuesta histérica de Macron por la guerra contra los rusos tiene mucho que ver con la descomposición de su patio trasero (neo)colonial en África, de la que principalmente culpa al Kremlin. Una apuesta histérica belicista, la de Macron, que es tremendamente antipopular en el país galo; lo que ha sido utilizado por Marine le Pen, a quien se le ha llegado a acusar de aliada de Putin. Como se ve, no por trágica, la situación en el país vecino no deja de tener muchos tintes de comedia… nada seria.
Efectivamente, ya Jean-Luc Mélenchon, de la Francia Insumisa (grupo central del nuevo Frente Popular), ha declarado que se retirarán en la segunda vuelta allí donde no quedaron segundos porque lo urgente es parar a la extrema derecha en las urnas, aunque sean elegidos los odiados macronistas. Pero es de temer que, pase lo que pase el domingo que viene, se requerirá mucho más que votar para parar un fenómeno que hunde sus raíces en la degradación de un sistema que necesita de antisistemas pero que, de momento, son los de Marine le Pen quienes demagógicamente “actúan” más en tanto que tales.
Sin duda que hay un base social de “clase media inferior” (como la tildan no pocos analistas franceses) que ha visto sus condiciones materiales deterioradas y que ha ligado ese deterioro al propio de la grandeur de la France. Solo hay que ver cómo en muchos departamentos de la Francia profunda -por ejemplo, en todos los de la Bretaña- se ha impuesto el RN. En gran medida, esos votantes culpan a la inmigración de la descomposición del país, al que ven amenazado en su propia existencia. A ese sector atrasado se ha llegado a sumar parte de la clase obrera francofrancesa de zonas industriales que están en franca decadencia en el marco del “neoliberalismo” mundialista. Esa adición obrera, que nos puede parecer contra natura, ha sido facilitada por la debacle ideológica y organizativa de los comunistas, que décadas atrás mantenían un fuerte ascendente en los barrios de trabajadores, lo cual incluyó mucha labor de integración entre las clases obreras nativa y extranjera. Todo ese trabajo de integración ha desaparecido en un país que oficialmente cuenta con un 30% de inmigración distribuida en varias generaciones y donde millones se hacinan en las llamadas banlieues. Sufrieron la colonización francesa y hoy sufren la intracolonización. Son víctimas de la grandeur imperialista francesa y hoy tienen que aguantar que sean acusados de que esa grandeur sea ya tan ridícula.
Solo un discurso antioligárquico y antifinanciero, en un país que tiene una deuda y un déficit desbocados provocador de recortes sociolaborales, que consagra la marginación más extrema en parte de la inmigración, produciendo desestabilización social y constantes enfrentamientos con la policía, todo ello, en un sistema decadente que necesita materialmente de la inmigración, pero marginándola políticamente para evitar la verdadera unidad popular y combativa, solo ese discurso antioligárquico, antiimperialista y de amplia unidad popular podrá ajustar cuentas con la extrema dictadura “neoliberal” y su costra de la extrema derecha.
Sin embargo, la coalición electoral del nuevo Frente Popular incluye defensores de la dictadura oligárquica europea, del imperialismo francés venido a menos, de la agresión y de la guerra otanista en Ucrania, del ente sionista,… Sí, porque todo eso es lo que defienden los “socialistas” Hollande, Glucksmann, totalmente alejados de la degradación económica y social en muchos pueblos y odiados por sus habitantes. Los grandes medios llaman a hacer bloque contra la extrema derecha cuando, en realidad, no poca gente ha votado contra una «clase politiquera» que no tiene ninguna empatía con sus problemas y sus miedos, miedos que son utilizados torticeramente por Marine Le Pen y sus secuaces.
Todo indica que el (auténtico) Frente Popular tendrá que esperar a que se haga desde la calle y, de momento, no se parecerá en nada a esas alianzas «republicanas » que se negociarán esta semana. Así que al Nuevo Frente Popular le queda mucho aún por estar a la altura de su honorable precedente. Ayer salieron miles de verdaderos antifascistas a plazas como las de la República en París. En gran medida hacen coincidir su alarma con los anuncios mediáticos de los escrutinios. Pero igual van a tener que sacar (de nuevo) los chalecos amarillos y multiplicarlos en el día a día. Todo se andará.