Qué época aquella que la socialdemocracia escenificó que el gobierno del PSOE tenías dos caras: la seria y gubernamental de Felipe (así, sin apellidos) y la crítica y más de izquierdas de Guerra (así, sin nombre). Un teatro para muy crédulos con actuaciones diversas que no hacían otra cosa que entretener al personal mientras ellos iban hacia la OTAN, a las privatizaciones masivas, al concordato con la Iglesia y a consolidar el IBEX y la monarquía. Para eso fueron designados por el poder.
Esas mentirosas discrepancias de entonces son ahora lo que siempre fueron: un acuerdo de ambos para perpetuar el capitalismo patrio aprovechando la S y la O.
En la últimas horas se ganan el entusiasmo y aplauso de los medios de la extrema derecha con el tema de la amnistía a las más de 1.300 personas que osaron organizar y participar en un referéndum, esto es, en que la gente votara. Y también -coincidiendo con la extrema derecha- en negar la cooficialidad de las diferentes lenguas del Estado español.
El propio Puigdemont ha dejado un frase para compartir al relacionar a González y Guerra con el GAL: cuando hablan, «hacen que suba el precio de la cal viva».