En alguna época puede que fuera distinto, pero en estos momentos (y sin perspectiva de cambios cercanos) vemos que la política se dirime en el Tribunal Constitucional, el Supremo, la Audiencia Nacional, las Audiencias provinciales, Fiscalías, Sala de lo Penal, contenciosos administrativos, causas, denuncias, juzgados, declaraciones, recursos, abogados… . Podría decirse que la notoria similitud ideológica entre los administradores del sistema y los aspirantes a, provoca que hayan trasladado sus cuitas personales a la llamada Justicia. Y ahí, lógicamente, está esperando uno de los poderes clave en el mantenimiento del status quo: el poder judicial. Y este, no es otra cosa que un nido de elementos reaccionarios cuyos antecedentes familiares, en muchos casos, hay que buscarlos en el propio franquismo.
Tan es así que se habla del «Partido Judicial» para sintetizar que desde ese poder se manda más que desde el legislativo, que no se trata de una mera intromisión sino en gobernar desde los tribunales. Nadie los eligió sino ellos mismos pero ejercen el poder (algo así como el Jefe de Estado, jamás votado pero ejerciendo). La famosa «independencia judicial» es una mera entelequia a la que acuden todos (incluida la llamada izquierda reformista) para no cuestionar y desautorizar todo el entramado, de arriba a abajo,jusjuLaLy decir claramente que en una sociedad dividida en clases, el poder judicial (y las fuerzas del orden) son propiedad de la clase dominante. Les va en ello su supervivencia, no puede ser de otro modo.