Si hay algo que simboliza (y ejecuta) las directrices del sistema capitalista, es la Bolsa. Los movimientos económicos de las grandes empresas, del poder, indican el estado de las cosas y la temperatura del capitalismo. Los gobiernos neoliberales y progres se han cuidado mucho de no tocar a las Bolsas (de valores) porque sería tanto como cuestionar (e intentar destruir) el régimen. Y ellos no están para eso. A lo máximo que aspiran es a estupideces del tipo que haya equilibrio de sexos en los cargos directivos de las empresas, o aumentar unas décimas lo que pagan de impuestos, es decir, no tocar ni su naturaleza ni sus negocios mafiosos, ni la explotación que aquí y allá someten a los trabajadores. Lo importante es que el precio de las acciones suban para que los propietarios de las empresas sigan felices y en ello están conjurados conservadores y progresistas, progresistas y conservadores. ¿O acaso ha visto alguien temblar a alguna de las empresas del Ibex por la llegada al gobierno del «centro-izquierda»? Muy por el contrario, sus CEO y directores son recibidos en Moncloa una y otra vez como grandes patriotas.
Traemos a colación esta realidad, a partir de un titular de un diario económico que nos decía que la subida del desempleo en EE.UU trajo consigo una subida de la Bolsa. Más claro, imposible. Los intereses de las grandes corporaciones son proporcionales al sufrimiento de los trabajadores. Ellos, sí tienen conciencia de clase y saben cómo hacer y actuar para defender lo suyo. Al otro lado, festejamos que les vaya bien para que nos den trabajo y, mientras, aplaudimos la paridad de géneros en los cargos directivos con discursos sobre lo que vamos avanzando.