Las relaciones de dominación capitalistas centro-periferia son relaciones económicas que tienen consecuencias políticas, militares y culturales.
Si colocamos lo militar, político, cultural como causa y lo económico como efecto, observamos el fenómeno del imperialismo invertido en la que por un lado se presta capital financiero mediante la compra de grandes cantidades de deuda con una tasa de interés alta, y por otro se colocan productos propios de infraestructura y logística asegurando un mercado internacional a la industria de la potencia imperial.
En segundo lugar, está la colocación (deslocalización) de capital orientado a la producción de elementos industriales simples con salarios de miseria, abaratando costes para los productos tecnológicos punteros y así una mayor competitividad en segmentos superiores del mercado.
En tercer lugar está la colocación de capital, logística e infraestructura para la extracción de materias primas y recursos energéticos (a muy bajo coste), que aseguran a la potencia imperial el abastecimiento barato de estos elementos a su plataforma industrial y población.
(nota)Si la potencia imperial tiene recursos hidrocarburos o minerales de monopolio propios, la colocación de Capital puede ser, en lugar de en forma financiera, en forma rentista, mediante exportación de materias primas de monopolio en forma de deuda hacia la potencia imperial.
Esto es importante para comprender la estructura actual de las finanzas internacionales y la guerra en curso entre las principales potencias mundiales.
De estas y otras formas secundarias de colocación internacional de capitales, se observa con facilidad que Rusia, Japón, China, Estados Unidos y la UE son las principales potencias imperiales globales, existiendo no obstante otras potencias menores con sus respectivas áreas de influencia, que por tener exceso de capital acumulado (ya sea por ser países industrialmente avanzados, o pequeños países con gran producción de hidrocarburos, etc.) se convierten en pequeñas potencias imperiales de zona, o incluso capaces de competir en la arena global, aunque normalmente suelen ir patrocinados por potencias mayores.
Por lo tanto, aclaremos algunas tesis que puedan establecer un poco de luz a los conflictos actuales:
1- El imperialismo es la forma internacional general del capitalismo en su fase avanzada, y no un elemento ideológico o cultural de esta o aquella potencia, y se basa en la conversión de las relaciones coloniales de la primera fase de expansión del capitalismo en relaciones internacionales de capital, esencialmente económicas y donde la dominación está entrelazada con la posición que se ocupa en las cadenas de valor globales y la división internacional del capital. El carácter imperialista de las relaciones internacionales se agudiza con la entrada global del capital en crisis sistémica. Y en conexión con esto, hay que decir que el imperialismo no excluye sino que incorpora a su dinámica la lógica colonial del saqueo militar de recursos. Siempre que la potencia esté en superioridad militar para el saqueo lo hará, en ausencia de un competidor militar superior en la zona, donde las fuerzas armadas juegan el papel de matón internacional de las oligarquías contra los pueblos.
2- El imperialismo consiste en la necesidad de exportar capitales sobrantes del centro industrial y financiero a zonas de menor remuneración, donde este puede valorizarse de forma más sencilla provocando una superganancia y catalizando la acumulación global, y esta exportación de capitales se realiza en forma financiera, rentista o industrial, según la potencia y su composición de Capital.
En la mayoría de ocasiones esta colocación de capitales en condiciones favorables para la potencia imperial sucede bajo la pura lógica económica y la necesidad objetiva de la periferia de acceso a los recursos económicos y tecnológicos, pero sólo en algunas ocasiones esta colocación se hace por medios violentos y militares, que es cuando todo el coro internacional de la izquierda señala y dice: ‘agresión imperialista!’.
3- Imperialismo no es sinónimo de Estados Unidos ni de occidente: en la medida en que Estados Unidos es la superpotencia militar hegemónica, es lógico que las oligarquías occidentales aprovechen esa ventaja (como también aprovechan de otra manera la ventaja de controlar la moneda internacional para hacer la guerra financiera a cualquier país). De igual manera China aprovecha su superioridad industrial y logística y Rusia combina la intervención militar acompañada de apertura de mercados para su industria militar con la exportación de materias primas.
No hay ninguna ética en la lógica capitalista del negocio y la supervivencia y mucho menos en la arena internacional donde mantener la tasa de acumulación es la norma para todos. Cada potencia compite con todo lo que tiene, y la ideología que se transmite sólo busca ser vehículo para la cobertura política, mediática y cultural internacional para negocios privados.
La ausencia total de punto de vista políticamente independiente, del partido revolucionario, empuja a muchos comunistas a caer en esta trampa de la comparación ética entre potencia burguesas.
4- El imperialismo se manifiesta en términos sociales y políticos en el centro global en la forma de grandes clases medias nacionales que apuntalan el orden internacional de la burguesía, y se basan en la extracción de cuota general del salario periférico.
Esta clase media cultural es la base de apoyo fundamental del partido de la burguesía en todos los países, proporcionando estabilidad al partido del orden y al aparato de estado capitalista en todo el centro global, que es la clave de la hegemonía burguesa frente al comunismo.
Por eso para la recomposición internacional del partido comunista dinamitar todo el control sobre la periferia es un asunto clave de cara a desestabilizar todo el orden político internacional burgués, como supieron ver Marx, Engels y Lenin.
5- Sin embargo, las ‘luchas anticoloniales’ han demostrado ser un falso paradigma de cara a dinamitar ese orden global del Capital y esa relación centro periferia, siendo en muchos casos lucha de élites locales por desembarazarse de una potencia y hacer negocios con otra a espaldas del proletariado, lo que ha enquistado la situación de superexplotación y miseria de la población y ha contribuido a apuntalar el orden capitalista internacional, rechazando la vía revolucionaria y haciendo claudicar moral e ideológicamente a los pueblos trabajadores.
En los casos en los que estas luchas han sido desarrolladas por partidos de carácter socialista o progresista, de igual manera el desenlace (tanto en independencias políticas como en revoluciones progresistas como en el caso de latinoamérica) ha sido el mismo:
tras breves mejoras momentáneas en derechos y salarios, enquistamiento a largo plazo de la situación de superexplotación y miseria de la población, desmovilización completa del proletariado y surgimiento de nuevos grupos de poder locales que hacen de intermediarios ante las poblaciones trabajadoras con las potencias imperiales, necesarias para sostenerse en el poder. Hoy día entusiasmarse con que uno u otro militar pronuncie un discurso anticolonial oportunista tiene mucho de necesidad de consuelo y nada de racionalidad política revolucionaria.
6- Dada la situación actual de comunismo a nivel internacional, de la relativa desorganización del proletariado revolucionario y la ausencia de estructura internacional de partidos revolucionarios, los ‘posicionamientos’ individuales y morales a favor de cualquier movimiento de carácter militar o electoral controlado por minorías con un programa burgués no sólo no sirve de nada a nadie, sino que se pliega siempre a la lógica cultural de la falsa propaganda de una de las potencias en conflicto.
En la medida en que tenemos responsabilidad organizativa y una mínima capacidad logística, las pequeñas organizaciones comunistas que están convocadas a recomponer el sistema internacional de partidos comunistas deben arrojar luz sobre cada conflicto internacional, sobre los intereses en liza, y especialmente hacer labor activa de contra-propaganda contra la propaganda ideológica de la potencia imperial propia (en este caso el eje de la OTAN en cada conflicto). Por descontado que en este punto debe quedar perfectamente claro que la organización comunista no puede hacer seguidismo de los intereses coloniales e imperialistas de su oligarquía, al contrario: cuando un levantamiento militar o una guerra deja en evidencia esta relación imperial que sostiene a la clase media nacional, la organización comunista debe aprovechar para golpear propagandísticamente a su oligarquía y con ello al carácter violento y miserable del capitalismo como sistema internacional de clases.
Pero esto debe hacerse en todo momento sin claudicar al programa burgués que ve en el paradigma de reforma, tanto a nivel interno como a nivel internacional, una solución posible para el proletariado. El proletariado es la única clase política internacional su programa es la revolución socialista que barra del planeta todas las formas concretas de violencia y opresión capitalistas.
Sobre la hipótesis táctica de participación en conflictos de carácter internacional entre potencias para alimentar la estrategia, queda excluida para las pequeñas organizaciones comunistas actuales, por lo que no tiene sentido dedicarse a especular sobre ‘el posicionamiento’.
Pero donde un partido revolucionario se levante ante la burguesía lo apoyaremos a todos los niveles. Porque la solución definitiva al imperialismo sólo vendrá de la mano de un poderoso sistema internacional de partidos comunistas capaces de tumbar la lógica de la acumulación.