Algunas reflexiones sobre la jornada electoral de ayer, donde la crecida de EH Bildu y de la abstención muestran claramente las tendencias políticas actuales de la clase media y el proletariado en la sociedad vasca.
Primero, tenemos la nueva crecida de la abstención en Hegoalde, abstención ‘de clase’ que apunta a ser mayoritaria en las siguientes elecciones y deslegitimar a la política profesional. Abstención cada vez menos ‘apolítica’ y más consciente, especialmente entre la juventud.
La tendencia creciente de la abstención enlaza con la tendencia de los estados europeos donde los partidos estatales sufren una clara erosión ante los estratos inferiores de la clase trabajadora, al ser incapaces de estabilizar la sociedad del trabajo en un contexto de crisis.
Por otro lado, EH Bildu consigue la pole position para la conquista del poder autonómico en la CAV, chupando votos de Podemos, PNV y PSE al haber roto en público con el imaginario del MLNV y desarticulado ya completamente el programa político de la izquierda abertzale histórica.
Como todo el mundo sabe, el partido de gobierno es el partido que mejor representa los intereses de la clase media nacional (la principal clase electoral actual una vez desarticulado el socialismo), y EH Bildu ha entendido muy bien la necesidad de sacrificarlo todo a este objetivo.
EH Bildu sólo ha podido romper su techo electoral ligeramente (en apenas 20 000 votos más) gracias a haberse convertido en un partido ‘pastiche’, sin personalidad, una versión del PNV ligeramente escorada a la izquierda, capaz de traccionar voto de los demás partidos, y por tanto, completamente vinculada a una forma de hacer política conservadora e impotente para la transformación política y social. Ahora son rehenes del electorado acumulado con cierto discurso, y obligados a hacer el tipo de políticas que sus nuevos electores esperan de ellos.
Es más, si quieren desbancar al PNV todavía tienen que aumentar su grado de integración en el capitalismo, en la legalidad institucional española y en la moderación política.
Nada de tendencias rupturistas, por supuesto, y estabilización de la economía capitalista vasca.
EH Bildu ya sabe lo que le esperaría si se aventurase, ahora o en cualquier momento, a un simulacro de ruptura con el estado español: una debacle electoral y huida en desbandada de votantes, como se puede observar en el caso de ERC.
De cambios sociales radicales, más de lo mismo: no es lo que piden los sectores moderados que está incorporando a su electorado desde hace una década, ni los empresarios que sostienen al partido, y por descontado que algo así es imposible con el modelo de partido institucional, asalariado y sin músculo de calle que es EH Bildu.
Además de que sus dirigentes ya no creen en el socialismo ni en el marxismo, como es público y notorio, sino en el capitalismo, la reindustrialización del país y el sostenimiento del ‘bienestar’ sobre ello. Algo totalmente utópico.
Es más que dudoso es que EH Bildu vaya a conseguir estabilizar las instituciones capitalistas donde no lo hace el PNV ni ningún otro partido en el resto de Europa, ante problemas de carácter estructural.
A nivel municipal la dinámica política es muy distinta y sufre menor erosión. La gestión municipal favorable a la clase media, siendo esta hoy todavía mayoritaria en los pequeños y medianos municipios vascos, es premiada. En la CAV es habitual que un partido que ostenta la alcaldía aumente sus votos en las siguientes elecciones, si su marca tiene tendencia general ascendente.
Los buenos resultados de EH Bildu, junto con los del PSE, representan el carácter progresista moderado de una parte importante de la clase media vasca, que se siente representada por el bloque de gobierno de España y el tipo de políticas que ha venido haciendo.
De la misma manera que una parte mayoritaria de la clase media del resto del estado tiene un carácter más escorado a la derecha, y ha castigado al PSOE y su política de alianzas con un alza muy pronunciada y homogénea del PP.
Cabe mencionar la nueva coyuntura en el resto del estado que supone la debacle de la izquierda del capital en el estado español, favorable para la recomposición política y organizativa del proletariado bajo un programa político comunista y un modelo de movilización permanente.
Volviendo a Euskal Herria, hasta que EH Bildu no toque poder en la CAV y quede en evidencia la bancarrota absoluta de su proyecto político para la gran política que va más allá de lo municipal, seguirá siendo referencia de cambio para esa cada vez más pequeña clase media de la sociedad vasca, que todavía piensa que las organizaciones de políticos profesionales y financiación estatal sirven para hacer habitable el capitalismo.
Mientras tanto, las organizaciones comunistas seguiremos avanzando posiciones, con un modelo de política basado en la militancia diaria, en la capacidad creciente de movilización y en el perfeccionamiento de la organización políticamente independiente para la lucha de clases, que es donde reside el poder real del proletariado, sin hacer pastiches programáticos al servicio de las clases propietarias.
Los ciclos electorales forman parte de los ritmos políticos de las clases medias nacionales: nuestros ritmos políticos los marca la clase de la abstención, el proletariado vasco, cuya dinámica política no la marca la agenda electoral, sino su proceso de recomposición política.
Porque nuestro programa político e histórico es el poder socialista frente a las instituciones del Capital y frente a los partidos de las sonrisas vacías.
Más vale intentar lo difícil que engañar a la gente con lo imposible.