El gobierno cubano en las últimas horas, ha revisado su política de exención aduanal con el objetivo de sostener una visión humanitaria en el tema de la entrada de productos de primera necesidad, sobre todo, medicamentos.
Cuba posee soberanía sobre sus fronteras y dispone de la capacidad y del sentido de la justicia para administrar sus límites y sus permisos. Tales exenciones emergen, desde un inicio, de las iniciativas y principios de la Revolución. Y la medida responde a estudios que se hacen del impacto del bloqueo en la vida de los cubanos. Nuestro gobierno trabaja para su pueblo y no posee otra prioridad, aunque la propaganda enemiga se empeñe en decir barbaridades.
Pero, nos parece necesario aclarar, en aras de que no existan confusiones, que esa medida no se da como resultado de presiones o pedido de ningún grupo amigo, ni enemigo ni neutral; sino como resultado de un ejercicio de soberanía. Por tanto, nos parece irresponsable que, a nivel de narrativas en las redes sociales, se le intente dar a la extensión un matiz que no posee en su esencia y, de esa forma, sea vista bajo otros puntos de interpretación, que no vienen al caso.
Si esos grupos hubiesen tenido algún peso en la decisión, lo honrado sería no salir públicamente y atribuírselo (sobre todo si pretenden ser amigos). Y es que ese detalle, por simple que parezca, encierra algo muy importante: el respeto a la decisión soberana del pueblo a través de sus instituciones. Se trata de una cuestión de base del sistema político y que no es negociable ni a nivel de narrativas ni en lo concreto.
Sabemos de la buena voluntad de muchos que donan y que actúan a través de grupos de solidaridad, y para ellos nuestro agradecimiento. En este post, solo cumplimos la función de poner nuestra opinión y así evitar que causas sanas y justas se desentiendan de su objetivo humanista y honrado primordial.
La solidaridad es un tema humano, y por la humanidad de la Revolución Cuba ha sido criminalmente agredida. Apartarnos de este enfoque significa, en primer lugar, que se restrinja a casi nada, se vacíe de contenido humano la lucha contra el bloqueo y la solidaridad real entre los pueblos, lo que sería, además, una grave colaboración al capital norteamericano, en tanto un gesto de displicencia a millones de hombres y mujeres que, representados en movimientos de solidaridad y sus propios gobiernos, condenan este genocidio anualmente en la mayor de las organizaciones internacionales.
Cuba ha practicado bien la solidaridad a costa de grandes sacrificios y de una elevada cuota de sangre -incluso. Por tanto, se entiende que es posible la solidaridad solo cuando quien la ejercita separa de su alma cualquier ápice de ego político o de otra clase.
Seguimos.