Opinión sobre el evento de empresarios en Miami: para no caer en el maniqueísmo de odiadores/amadores
La reunión más reciente entre empresarios cubanos y norteamericanos en los Estados Unidos tiene ahora mismo marcada la agenda de las redes sociales. Hemos dejado claro que nuestra posición no es en contra de los intentos de negociación ni de emprendimiento de personas que trabajan para lograr un nivel de prosperidad y de normalización de la actividad económica entre ambas orillas. Se trata a nuestro juicio de algo necesario y que puede traer soluciones.
Ahora bien, no se puede gestionar la economía a costa del retroceso moral y de los posicionamientos históricos de ambas posturas, tanto la cubana como la norteamericana. Y decimos esto porque no hay que blanquear lo que ha sucedido, pues ello nos da entidad y sentido del sacrificio de todo un pueblo durante más de sesenta años por mantener su libertad y su soberanía.
La presencia de dichos empresarios en la casa de un connotado elemento del terrorismo internacional, con causas abiertas por la INTERPOL, empaña la limpieza del intercambio empresarial. Pero peor aún, el intento de justificación de dicho evento, tratándolo como de un suceso sin cuestionamientos políticos, solo por el bienestar del pueblo y de los intereses “empresariales”, es una acción muy en la línea del “buenismo” de moda que elimina los condicionamientos históricos mediante un borrado intencional de los hechos.
Nuestro análisis no pretende dañar a empresarios, ni señalar a ninguna persona en particular, sino llamar la atención sobre un fenómeno que es consustancial al capitalismo: la ideología del capital mismo. Cuando se vacía la historia y queda nula la ideología, lo único que resta es el dinero en sí. Y a ese peligro estamos abocados, a esa ceguera política que ve en un señor con actos demostrados contra personas inocentes, vinculado a planes de asesinar al líder de la Revolución como un economista y un político, y no como un gestor de sucesos trágicos. El “buenismo” no conduce a nada, no podemos detenernos en sus trampas. No se conduce una política de conciliación cuando hay dolor real, victimas reales y sucesos extraordinarios, también reales.
Ahora se va a hacer una matriz con respecto a esto en la cual se establecerá el paradigma del amor y del odio en lugar de la racionalidad y del entendimiento de la lucha de clases, entre el socialismo y el capitalismo y de las cuestiones concretas. La historia no debería ser falseada, pero el “buenismo” político es capaz de llamar hermano a un terrorista y calificar de odiador a alguien que solo está consciente de la agenda, y la denuncia.
Ser radical es ir a la raíz, no tener al odio como bandera. Y son tiempos de ser radicales. Son tiempos en los cuales conviene saber que la derecha fascista de Miami es el rebote que usa la agenda centrista para justificar su existencia. Después de todo es hasta mejor tratar con un capitalista liberal que con alguien que dispara con armas de guerra y con discursos de odio y violencia. El mal es el mismo en ambos casos, pero pareciera que la mano de seda del que habla pausado y nos propone el amor; es inocente, bondadosa, inofensiva. En esta confusión de sentimientos se cae en el sentimentalismo y se hace una lectura metafísica de la política y la realidad. O eres odiador o amador. No hay puntos intermedios porque además en las redes eres cancelado si no amas al terrorista.
El rejuego pareciera complejo, pero no lo es. En Cuba la gente es inteligente y lo entiende. Pero como parte de esta agenda se nos propone también una desmovilización del factor de cambio de nuestra nación y condicionar cualquier beneficio con pasos hacia atrás en el proyecto socialista. Ese es el verdadero accionar concreto de quienes impulsan la agenda liberal.
En un contrapunteo de las categorías dialécticas, se aspira a que la Revolución claudique y llamemos salvadores a nuestros sepultureros. Nada nuevo: el mismo adoctrinamiento de una Perestroika.
Sostenemos la preocupación de que los empresarios y las mipymes, que son legítimos y constitucionales, sepan que están en un terreno en disputa y que de ellos depende la información y el nivel de conciencia con respecto a estos asuntos.
Nosotros debemos alertar, cuidarlos y proteger los procesos sociales que beneficien a nuestro país. Sospecho una emboscada a los empresarios, gestada por un sector norteamericano más allá del burro y matón Santiago Álvarez. Al mismo tiempo, no podemos aceptar la agenda del liberalismo, que posee claros sus objetivos de desmontar las cuestiones de esencia del socialismo.
Seguimos.