Un día antes del desahucio de Jarauta (Iruñea) Joseba Asiron respondía esto a la pregunta de la periodista: «Hay gente que pretende explotar estas situaciones de manera absolutamente injusta». Refiriéndose al Sindicato de Vivienda.
Veamos quién está poniendo todos sus recursos policiales, mediáticos e institucionales en marcha para utilizar estas situaciones en beneficio propio: a saber, ocultar el problema, rehuir responsabilidades y de paso cargarse parte de los derechos políticos básicos del proletariado
1) Se ha producido un desahucio ilegal amparado por el Ayuntamiento: han desahuciado a una familia sin previo aviso y sin orden judicial. Vuestra policía municipal estaba allí, vuestros trabajadores del ayunta estaban ahí… Pero la complicidad va más allá: cuando ayer se reunían decenas de personas a paralizar el desahucio, el Ayuntamiento se pasó el día enviando notas de prensa en las que insistía que habían ofrecido una alternativa. Hoy, sin embargo, están callados. ¿Algo que decir sobre que se haya ejecutado ilegalmente un desahucio en vuestro ayunta? ¿O es que realmente esta nueva forma de no ejecutar cuando hay manifestación e ir ilegalmente como ratas a acabar lo empezado os viene de perlas?
Mención aparte merecen los medios de comunicación que insisten en escribir «desahucio ilegal según el Sindicato de Vivienda», y a llevar a segundo plano esta cuestión. Pero vamos a ver: ¡lleva siendo ilegal ejecutar desahucios sin fecha desde hace 25 años! ¿Cómo que «según el Sindicato»? La labor que hacéis contra los derechos políticos del proletariado merece, sin duda, el aplauso de la oligarquía.
2) Han forzado a una mujer a aceptar una alternativa de miseria y la han tratado como si estuviera detenida: además de desahuciarla sin previo aviso, la han metido en un coche a la fuerza. La han llevado a Servicios Sociales y allí, los trabajadores del Ayunta, no le han dejado estar acompañada por el Sindicato. Algo que ella ha solicitado repetidamente y que le corresponde. Tras horas de presión, la han sacado por la puerta de atrás, la han metido a un coche y llevado a una habitación de hotel. Ni siquiera uno de sus hijos ha podido saber a dónde la llevaban. La mujer ha rechazado constantemente esta habitación de hotel por no adecuarse a sus necesidades (por causas más que justificadas su hijo no puede estar ahí). Pero, al Ayunta le ha dado igual, lo importante es conseguir el titular que diga que han «dado alternativa».
Y tienen la desfachatez de llamarle «vivienda» a una mísera habitación de hotel… Todo para mantener la ilusión de un «Gobierno del cambio», que se lleva por delante algunos derechos políticos que han costado el esfuerzo de años de lucha obrera: ni protección legal, ni derechos sindicales, ni dignidad de la persona desahuciada… NADA.
Además de los precedentes legales que esto fija, las consecuencias políticas y culturales son preocupantes. Estamos en un punto en el que incluso el marco legal burgués está más avanzado que la opinión general atravesada por ideas cada vez más reaccionarias. Aunque un «desahucio en abierto» sea ilegal, casi parece que tenemos que convencer a la gente, los medios y las instituciones de que ésto sea así. Y va a ir a mucho peor… Porque el marco legal actual respondía a una determinada correlación de fuerzas entre la clase trabajadora y los intereses oligárquicos. Correlación que actualmente está completamente desfasada debido a la desarticulación de la clase trabajadora como sujeto y al repliegue de las clases medias (organizadas en partidos socialdemócratas) a la agenda de la oligarquía. La pérdida de derechos políticos y sindicales no ha hecho más que empezar y es nuestra tarea poner un dique a esta sangría. Volver a articular al proletariado como fuerza política, recomponer la conciencia de clase y defender sus derechos políticos.
El Sindicato no «utiliza» a nadie para desprestigiaros. Ni siquiera es necesario: la experiencia de la miseria cotidiana, la fuerza de la organización y la respuesta que recibe por parte de las instituciones es más que suficiente para que Sadaha acabe odiándoos profundamente.