Creo que el tema merece un análisis calmado y poca brocha gorda, no creo que sea un tema que se despache diciendo que la clase trabajadora de los barrios obreros se ha abstenido y con eso nos vale.
Primero, creo que lo que está operando es un cambio profundo del «sentido común» de la gente hacia posturas reaccionarias, que incluso pueden verse como subversivas, al ser la izquierda la que actualmente gestiona el poder, y esta ola reaccionaria está permeando en amplias capas.
Segundo, no creo que la abstención de Euskal Herria y Cataluña sea comparable a la de territorios como los barrios y ciudades obreras de Madrid. En los primeros casos opera el final de un conflicto político que lleva a que votantes clásicos de las izquierdas independentistas se abstengan.
Dicho esto, creo que existen en zonas como los barrios obreros y ciudades del sur de Madrid con amplias capas de población obrera totalmente y cada vez más desconectadas del sistema político de los partidos institucionales, una realidad verificable en toda Europa occidental.
Pero, a la vez, creo que existe un amplio espectro de gente de estatus de clase media-baja o trabajadora con una condición económica algo más holgada que está asumiendo el discurso reaccionario de una derecha que no tiene ningún reparo en mostrar sus cartas ideológicas.
Recordemos que la izquierda está en el poder, pero que las leyes que han sacado adelante no han mejorado objetivamente las condiciones de vida ni parado el proceso de proletarización. Muchas familias obreras reaccionan ante esto y la derecha les ofrece un marco subversivo.
Ya no son los tiempos del post-15M, cuando la nueva izquierda nacional-populista ofrecía un cierto marco de impugnación del sistema establecido. Es que tras una década, esta izquierda ha llegado en muchos lugares a ser gestora de ese mismo sistema, sin cambios sustanciales.
Me da miedo que para mucha gente que ha militado en movimientos sociales u organizaciones políticas sirva el «la nueva izquierda socialdemócrata ha traicionado, debemos construir la alternativa independientes de ellos», pero qué pasa con las nuevas generaciones que se politizan sin vivir la fase confrontativa de la nueva izquierda y que solamente han conocido ya su fase completamente integrada en el sistema. Me da miedo que el sentido de la «rebeldía» lo establezcan VOX y Desokupa.
Porque en Madrid gana una derecha populista e ideologizada, además movilizando a sectores más allá de su electorado clásico, y pese a las movilizaciones por la sanidad pública que la izquierda pretendía históricas y traducir en cambios electorales, estos no aparecen.
Lo más peligroso de Ayuso, VOX y Desokupa es que dan la imagen de enfrentarse, cada uno a su manera, a ciertas esferas del poder. Ayuso a Pedro Sánchez con los cierres de la pandemia, VOX a la agenda 2030 liderada por los «progres» y Desokupa al okupa que te va a robar la casa.
Este giro reaccionario está siendo apoyado desde los medios, pero no basta, al estilo Iglesias, con decir que con otra composición mediática más democrática esto cambiaría. Es evidente que los medios son grandes productores de ideología, pero también ayuda, y mucho, que gobiernes y el proceso de empobrecimiento no pare ni un ápice. Es preocupante la situación porque creo que un Gobierno de PP y VOX puede dificultar y mucho las condiciones para hacer política y ofrecer una alternativa a la izquierda actual.
Por último, no creo que un gobierno de PP y VOX vaya a efectuar grandes cambios en la arquitectura sistémica del Estado español. Pero está claro que a cambio de esto VOX va exigir más mano dura contra sectores políticos fuera del sistema, centros sociales ocupados o inmigrantes.
La extrema derecha está dando la batalla ideológica, no se les puede dejar un espacio, ni ideológico, ni de espacio político. Se les combate con más política, no ignorándoles. El día de ayer deja en evidencia el fracaso de la otra gran tesis de la izquierda populista española, la de Errejón, por la cual uno se debe adecuar al sentido común imperante de la gente y ofrecer un discurso en esos márgenes. En esos márgenes, con un producto totalmente urbanita y diseñado por y para Madrid, el PP te saca mayoría absoluta en el ayuntamiento y comunidad.
Es el tiempo de la política y el conflicto, se debe ideologizar al sujeto que se pretende organizar mediante el conflicto. Sin caer en cerrarse en guetos cómodos, teniendo en cuenta que la mayoría de la abstención está hoy día en el apoliticismo y nihilismo más profundo.
El reto es convertir la abstención en organización política consciente, no organizar meramente a los defraudados con la nueva izquierda institucional y sus correas de transmisión en movimientos sociales, ir más allá. La situación es urgente y no por unas meras elecciones.