Qué sentido tiene la OTAN? La pregunta provoca escalofríos en quienes piensan que se trata de un sistema automático de alianzas a disposición de cada una de las naciones firmantes del tratado. Quizás deberíamos empezar por negar esta certeza. El Artículo 5 del Tratado establece efectivamente el derecho a la solidaridad militar. Pero no impone ninguna intervención automática de cada nación para todas las demás. Cada nación es libre de decidir cómo responde. Nadie está obligado a hacerlo. Y cada nación firmante decide el nivel de recursos que compromete en cada caso. Así que no existe un compromiso militar uniforme o predeterminado.
Pero lo peor de la OTAN está en otra parte. Todo equipo militar estadounidense está sometido al control del gobierno y el mando estadounidenses. Sin su autorización, ningún avión despega ni se fija objetivo alguno. Dicho de otra manera, la OTAN y el equipamiento estadounidense no son en absoluto una garantía de que puedas actuar por tu cuenta llegado el momento. Todo lo contrario. Solo funciona como Estados Unidos decida y cuando le venga en gana. Y eso no es todo. Todos los equipos interconectados se hacen visibles para todas las partes implicadas. De esta suerte, todo el mundo sabe en todo momento “quién hace qué y dónde” con sus equipos. Por lo tanto, es imposible escapar al control estadounidense sin verse privado de información. Solo Estados Unidos dispone de una clave de cifrado que le permite codificar las señales de sus actividades. Por último, cualquier equipo que contenga un componente procedente de Estados Unidos o de una empresa estadounidense requiere la autorización de Estados Unidos antes de poder venderse.
Ser miembro de la OTAN es solo una promesa. Solo compromete de veras a quienes creen en ella. Los demás seguirán, como en el caso de los insumisos, sin conformarse con la promesa de que Estados Unidos y otros estarían dispuestos a terminar calcinados en un ataque nuclear por Dresde o Châteauroux. Así, pues, nuestra posición es que ante todo debemos ser dueños de nuestros propios medios de defensa. Que todo el territorio francés debe tener garantizada su protección militar. Así como sus nuevas fronteras marítimas, espaciales y digitales. En estas condiciones, debemos retirarnos de la OTAN, y sobre todo de su mando unificado. Por prudencia.
Hablar de equipos militares significa ante todo preocuparse por los propios. La política de Macron es a menudo incoherente, porque siempre choca con sus principios neoliberales. Estos limitan por principio la intervención del Estado en la economía. De este modo, permite que ocurra lo peor en lugar de que el Estado intervenga. Vimos cómo, en plena epidemia de COVID, el Estado decidió no nacionalizar Luxfer, una empresa que fabricaba bombonas de aire medicinal, a pesar de que la inmensa mayoría de las instalaciones sobre el terreno estaban equipadas para recibir esas bombonas. Hoy en día tenemos el mismo circo con el caso de la empresa Vencorex. Produce todo tipo de equipos de importancia estratégica para el ejército y equipos relacionados con el ejército. (Pero no solo). Es la piedra angular de la red química de la subregión. Macron observa el paso de los trenes. Bayrou, ex comisario de Planificación, y Lombard, ex presidente de la Caisse des Dépôts, no vieron nada y no hicieron nada. A partir de ahora, dirigirán el gobierno. Este es el momento en que pueden decidir libremente. De momento, no hacen nada. Los asalariados han propuesto una cooperativa. Los representantes electos han propuesto una nacionalización temporal. Esta es la verdadera brecha entre las palabras vacías y los hechos.
La obligación de comprar material estadounidense forma parte integrante de la pertenencia a la OTAN. Así pues, no se trata de presumir de conocimientos tecnocráticos. La guerra se reduce rápidamente a los medios para librarla, sobre todo cuando se trata de defender las fronteras o los intereses vitales. En primer lugar, porque la mayoría de las naciones no saben producir este tipo de material, o han sido disuadidas de hacerlo. Francia sigue siendo el único país de la Unión Europea que sabe fabricar un caza polivalente como el Rafale. En segundo lugar, porque Estados Unidos sigue diciendo que es la garantía de la interoperabilidad de los equipos y de las propias acciones militares. Comprando aviones estadounidenses, algunos creen que están comprando también una garantía de intervención estadounidense. De resultas de ello, Estados Unidos acapara el 59 por cien de los pedidos de armas. Y ha vendido el 55 por cien de los equipos adquiridos por los europeos en los últimos años. Hace diez años, esta cifra apenas llegaba al 35 por cien. Desde entonces, Trump y Biden han alzado la voz para “compartir la carga de la paz”. Han ordenado a sus aliados europeos que paguen un equipamiento equivalente al 2 por cien de su PIB. El listón se ha fijado ahora en el 5 por cien, y acabamos de ver cómo Ursula von der Leyen ha tomado medidas para que este objetivo sea compatible con las normas presupuestarias europeas.
La OTAN en su forma actual parece a veces cuestionada por los portavoces estadounidenses. Es lo que hizo el propio Trump hizo cuando formuló la pregunta de quién en Estados Unidos podía asegurar “que Francia y otros países que no voy a nombrar responderían a la llamada si Estados Unidos dijera: tenemos un problema”. Pero la OTAN es un medio de control demasiado valioso para que Estados Unidos renuncie a ella sin tener realmente un plan alternativo. Los inicios de esto ya se han visto en el caso de los submarinos australianos, que primero se encargaron a Francia y luego se cancelaron en favor de Estados Unidos. A ello siguió rápidamente la creación de una alianza militar que prefiguraba una “OTAN asiática” de la que se excluyó a los franceses. Existe un núcleo duro con la estructura de inteligencia conocida como los “Cinco Ojos” (Five Eyes). Se trata de una “angloesfera” formada por Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Nueva Zelanda y Australia. Recientemente se ha planteado varias veces la propuesta de una nueva alianza militar en la zona para hacer frente a China, y la actividad diplomática sobre el terreno está en pleno apogeo. Sigue adoptando formas muy “fluidas”, es decir, muy cambiantes… y contradictorias. Pero no cabe duda de que se ha activado claramente una línea del frente. Salvo que un análisis alternativo lo desmienta, la evacuación acelerada de todos los demás focos de guerra tiene por objeto concentrar los recursos estadounidenses en Asia. Por el momento, la línea del frente de China se limita al Mar de China, mientras que la de Estados Unidos incluye todo el resto del mundo…
Blog del propio Malenchon.